Daniel se sentó en la parte trasera del gran taxi, rodeado de equipaje. Así es como estaba, pensó, recordando cuando iba en el asiento trasero del auto de Robert, tratando de acomodarse entre el equipaje de Gloria. Pero ahora, sentado a su lado, con las piernas extendidas, iba Nicholas. Estaba absorto con un juego de video a pilas que había comprado esa mañana,
Daniel reclinó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos y pensó en las últimas horas. Ayer después de tomar el té en Bellwood, había llamado un taxi y le había pedido que los llevara a un bonito hotel en Bath. El taxista los llevó a un precioso edificio del siglo dieciocho y Daniel consiguió una habitación doble para esa noche. Ni él ni Nicholas pidieron habitaciones separadas. Era una hermosa habitación con papel de flores y cobertores a juego en las dos camas. Nicholas pasó la mano por el papel y prometió que cuando regresara a casa, haría pintar rosas y lilas en las paredes.
Después de registrarse, fueron a caminar y a mirar los escaparates de las maravillosas tiendas de Bath. Cerca de la hora de almorzar, Daniel vio un cine llamado American Cinema.
— Podríamos ir a ver una película y comer perritos calientes y palomitas de maíz — le dijo bromeando.
Pero Nicholas comenzó a hacer preguntas, y entonces Daniel compró entradas. Pensó que era un poco irónico que un cine americano proyectara una película inglesa, pero sí tenían perritos calientes americanos, palomitas de maíz, Coca Cola y mantequilla de cacahuete. Conociendo el apetito de Nicholas, compró un poco todo y casi no pudieron moverse por el pasillo debido a la carga que llevaban,
A Nicholas le encantaron las palomitas de maíz, se ahogó con la Coca Cola, opinó que los perritos calientes tenían posibilidades y casi gritó de placer con la mantequilla de cacahuete y el chocolate. Daniel trató de explicarle lo que era una película y lo grande que aparecía la gente, pero él estaba demasiado interesado lo que sucedía en su boca como para escuchar.
Estaba fascinado cuando se apagaron las luces, y luego casi salta del asiento al comenzar la música. Cuando vio la gente tan grande, tenía una expresión de tanto horror en el rostro que Daniel se ahogó con sus palomitas de maíz.
Durante toda la proyección, observar a Nicholas fue más interesante que mirar la película, que él ya había visto dos veces.
Cuando finalizó, camino de regreso al hotel, Nicholas estaba lleno de interrogantes, Había estado tan fascinado con los aspectos técnicos de la película que casi no había seguido la historia. Tampoco comprendió el vestuario, Daniel necesitó algún tiempo para hacerle comprender que la ambientación eduardiana era "antigua".
Más tarde, en el hotel, los únicos artículos de tocador que tenían eran los que Daniel llevaba en el bolso y algunos pocos del hotel, por lo tanto compartieron el cepillo de dientes. Daniel deseaba dormir en ropa interior, así que, después de darse una ducha, se envolvió en la bata suministrada por el hotel. Deseaba irse a dormir, pero Nicholas quería que le leyera; entonces, sacó su Agatha Christie del bolso, se sentó en una silla a su lado y le leyó hasta que se quedó dormido.
Antes de apagar las luces, observó su cabello negro contra las sábanas blancas y dejándose llevar por un impulso, besó la frente con suavidad.
— Buenas noches, mi príncipe — susurró.
Para su asombro, Nicholas le tocó los dedos.
— Sólo soy conde — le dijo, sin abrir los ojos, — pero gracias por el elogio,
Daniel se retiró, sonriendo, y se dirigió a su cama. Estuvo despierto durante largo rato, escuchando atentamente cada sonido, y preguntándose si él tendría pesadillas como la noche anterior. Pero permaneció en silencio y por fin, él también se durmió.
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Si muriera Mañana
Historical FictionAbandonado por un novio cruel, Daniel Montgomery llora sobre una fría estatua en una iglesia inglesa. De repente, como en respuesta a sus plegarias, aparece un hombre extraordinario. Él era Nicholas Stafford, Conde de Thornwyck y según su lápida mur...