Epílogo

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Ha pasado sólo un día cuando todo parecía volver a su normalidad. A pesar de aquella noche, John descubrió que Daisy estaba bien, escondida en el closet. Está claro que la idea fue de Iosef y se sintió aliviado de verla a salvo.

John organizaba su habitación el cual había un leve desorden; recogía la pistola de Iosef hasta que detalló un objeto oscuro y rectangular lejano entre la cama y la mesa de noche.

Curioso, se acercó hacía el objeto, enterándose de ser un celular; su pantalla está rota, pero seguía funcionando. Tenía sus dudas claras con sólo tomarlo en sus manos, presionar el botón de inicio y observar el fondo de pantalla.

"Iosef"

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Horas más tarde, John se reunió con otro viejo amigo. Ambos se habían prometido no entrometerse en sus vidas desde que John decidió retirarse del negocio, pero ésta oportunidad se le hacía una visita inesperada para Marcus, el francotirador.

Ellos se encontraban en un silencio reflexivo, separados por una pequeña mesa redonda, dónde Marcus había servido dos tazas de té negro y éste no esperó en sorber de su bebida.

Por otra parte, John revisaba el celular de Iosef, buscando pequeñas pistas y probabilidades de que el joven Tarasov hubiese sido aquel traidor y mentiroso que Viggo había explicado. 

—Así que...¿el hijo de Viggo Tarasov, no? —comienza hablar Marcus; John no le dirige una mirada — No tenía idea de que un bastardo como él tendría un hijo. 

—Él lo mató.

—¿Perdón?

John no volvió a responder y sigue en su larga busqueda dentro del celular, en un total silencio. Marcus lo observa detenidamente y hace sonar su garganta, como si estuviera pensando en algo. 

—No me sorprendería viniendo de un desquiciado, aunque ninguno de nosotros está libre de pecados —Marcus vuelve a sorber el té, haciendo un ruido casi exagerado en el proceso, pero John ni se molesta por ello—. Es una tristeza morir de esa forma. Realmente me intriga saber el motivo que llevó a Viggo Tarasov para deshacerse de su único hijo. 

—No había pecado alguno en el muchacho, Marcus. Él sólo quería lo que cualquiera de 'nosotros' desea, librarse de este mal

—Veo que has desarrollado empatía con el chico —Marcus aparentemente no yacía convencido—. ¿Qué tal si te ha mentido y sólo quería usar la minúscula humanidad que tenías para manipularte? 

—Él no mentía.

—¿Cómo estás tan seguro de eso?

John no siguió respondiendo y fija su mirada en la pantalla del celular que mostraba una fotografía, mejor dicho, varias fotos de Iosef y Abby, la mascota que Iosef amaba tanto y quería verla otra vez. Al igual, que habían otras fotos del joven difunto en fiestas nocturnas, de él, etc. Finalmente, las únicas pruebas que John necesitaba para desmentir las habladurías de Viggo. 

Era sólo un muchacho cualquiera que hubiera tenido una vida larga y tranquila, pero lastimosamente creció en los imperdonables círculos de la mafia rusa. John sabe lo que se siente. 

—Sólo quiero saldar mi deuda con él, es todo. 

—Me da lástima que lo digas así. 

—Era sólo un muchacho, Marcus —contrarresta John e hizo una pausa—. De todas formas, Viggo quiere que vuelva... Hicimos un trato a costa de Iosef.

 —¿Y volver a ese infierno? Estás loco —Marcus no dejaba atrás su tono de incredulidad—. ¿Qué pretendes a hacer?

John realiza otro largo silencio, pensando meticulosamente, volviendo a ver esa foto de Abby y Iosef en el celular. Marcus reconoció esa mirada, él sabía a través de ella lo que John pretendía a hacer, esa misma mirada fría que poco a poco se transformaba en algo más. 

Marcus se ríe con un movimiento de su cabeza, mientras vuelve a beber de su té. 

Este hijo de perra, pensó el francotirador.

John sabía qué hacer con Viggo Tarasov. 


think o' me, you're never in the dark | »JOHN WICK/IOSEF TARASOV«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora