003

950 121 22
                                    


 ❝ [cap 003] ❞

✃- - - - - - - - - - -

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

✃- - - - - - - - - - -


━━━━ Llegué donde me había citado el señor Kreese. Parecía un sótano abandonado. Había botellas rotas por todos lados y el olor a viejo era notorio.

—Veo que has podido llegar—el señor Kreese apareció dándome un susto de muerte, pero lo disimule bien.

—¿Qué sitio es este?—pregunte asqueada.

—No soy millonario y tú tampoco lo eres—comentó cruzándose de brazos.—Tengo varias reglas—comenzó a decir andando de un lado hacia otro.—A partir de ahora me llamaras sensei y harás todo lo que te diga. Si te pido que limpies, limpias, si te pido que pelees, tu peleas y si te digo que termines con tu oponente, lo terminas.

—Sí sensei.

—Me comentaste que tu padre te abandonó, que tu madre te pega y que tu jefe te abusa, ¿cierto?—preguntó. Yo solo asentí con la cabeza baja.—Tu vida siempre ha sido una mierda, todo el mundo diciéndote que hacer o qué no hacer, tomándote por una niña indefensa y abandonada. A partir de este momento yo seré quien mande sobre ti.

—¿Eso lo puede hacer?—pregunte.

—Puedo hacer cosas que ni te imaginas—comentó sonriendo.

—Quiero que todo el mundo que me hizo daño pague por sus actos—dije mirándole fijamente.

—Siento que haremos un buen equipo—dijo el sensei mirándome orgulloso.

Durante toda la tarde me estuvo explicando las reglas que tenía que seguir, y todo lo que tendría que hacer. El señor Kreese era ahora como mi padre, él me salvó y ahora yo le debía mi vida.




[···]




Desde hace tiempo sentí cómo le importaba a alguien. Tengo que decir que entrar en autos LaRusso al principio era para enfadar a mi padre, pero el señor LaRusso se puede decir que se ha convertido en el padre que nunca tuve. Ahora soy su alumno y tengo que decir que el karate me está empezando a gustar.

—Me tengo que ir señor LaRusso pero mañana volveré—grite desde fuera ya de su casa.

—Mañana nos vemos—dijo el señor LaRusso despidiéndose de mi.

RAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora