r o s y b r o w n .

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   Taehyung no supo si se había perdido algún memorándum; porque un segundo estaba sentado en el local de crepes solo, tomando un vaso de agua con infusión de bayas, y el otro alguien se deslizó en el asiento de enfrente vestido con un traje completo.

   "Hola."

   Jungkook, para que constara, parecía tan frío como lo eran sus mensajes. Su perfil de Tinder decía que tenía diecinueve años, pero probablemente podría pasar por mayor, y Kim se echó hacia atrás en su silla como si estuviera físicamente sorprendido por lo mucho más atractivo que era en la vida real.

   Era un poco desorientador, sobre todo por la forma en la que el joven se llevaba la mano a la garganta y aflojaba el nudo de su corbata. Estaba sujeta en los extremos con un alfiler brillante grabado con la palabra Armani, y Taehyung tuvo que luchar contra el impulso de mirar. No sabía si había visto algo tan caro en los últimos cuatro años de su vida.

   "Jungkook, ¿verdad?", sonrió. ¿Debía tenderle la mano? Comparado con la postura de empleado del contrario, se sintió mal vestido.

   Sólo vino con su ropa de diario. Llevaba literalmente un gorro sobre las orejas porque no estaba dispuesto a lidiar con su cabello desobediente en un día en el que tenía que presentar un proyecto a su profesor.

   "Ese soy yo. Perdón por esto", se señaló a sí mismo, "he venido directamente del trabajo."

   "¿Qué edad decías que tenías?"

   El pelinegro le miró fijamente. "Diecinueve."

   Soltó un silbido bajo. "Impresionante", murmuró. "No todos los días te encuentras con un joven que tiene que vestirse para su trabajo."

   Resultó que a Jeon no le importaba hablar de la basura burguesa. Cuando Taehyung sacó en conversación el álbum de Drake, al contrario se le iluminó la cara de una forma que no esperaba, y esa parte en la que había dicho que le gustaba la música no era ninguna mentira.

   Pensó que, como estudiante de arte, conocía a suficiente gente con gustos musicales muy variados, pero ese pelinegro los desafiaba a todos.

   "Entonces, ¿quieres hacer esto?", preguntó durante una pausa en su conversación. Se había alargado más de lo que ninguno de los dos esperaba, la hora se acercaba a las nueve, y Kim realmente necesitaba empezar pronto con esa tarea de animación.

   Asintió con la cabeza y se levantó. "¿Cómo has llegado hasta aquí?"

   "Conduje", dijo. Su voz no era poco amable, algo rígida, en todo caso, "puedo llevarnos a donde vivas."

   "No soy increíble con las direcciones", admitió. "Así que tendrás que tener paciencia conmigo."

   El morocho era tranquilo al conducir. Estando ahora en un espacio relativamente privado con él, Taehyung decidió callarse. No era que no tuviera nada que decir, pero el silencio era más denso ahora, y estaba cargado, como si fuera a saltar la chispa si extendiera la mano para tocarlo.

   Las manos del azabache estaban fantasmales sobre el volante, los únicos trazos de él iluminados por las luces blancas de la calle. Incluso cuando le miraba, su rostro quedaba casi oculto en la sombra.

   Optó por examinar el material de los asientos. A juzgar por la calidad del cuero negro, ese coche no podía ser simplemente un pequeño Toyota estándar, y Taehyung se preguntó vagamente de dónde sacaba el dinero ese chico, un estudiante universitario.

   Nunca tuvo la oportunidad de averiguar qué tipo de coche conducía éste, porque cuando salió de él, buscando las llaves en su mochila, Jungkook ya estaba a su lado. No se acercó al castaño como tantos otros lo habían hecho antes, pero estuvo lo suficientemente cerca como para que Taehyung mirara y se encontrara con sus ojos.

   Por un momento, el pálido pareció estar a punto de decir algo, pero entonces se oyó el tintineo de sus llaves en lo más profundo del mantillo de su bolso y las desenterró.

   "Siento el desorden", dijo, y el otro se encogió de hombros. Su expresión era intensa, pero todavía cerrada. "Los problemas de un estudiante de arte. Trata de no pisar la pintura que hay en el suelo, algunas no salen."

   Sin embargo, cuando la puerta se cerró tras ellos, Jungkook no perdió el tiempo. Taehyung se volvió hacia él quitándose los zapatos, deshaciendo por completo el nudo de la corbata y deslizándola por su cuello.

   No llevaba la cuenta de los movimientos de todos sus enganches. A veces había más pompa y circunstancia, más besos, más bromas. Pero esa vez, esa vez con Jeon, en un momento se desabrochaba los pantalones, y en el siguiente se deslizaba desnudo en la cama frente al pelinegro, sentado con las piernas cruzadas con pantalones, todavía, una tienda en la tela entre sus piernas.

   Sin embargo, no le besó cuando el ojimiel puso sus manos sobre los hombros del níveo y se inclinó hacia él. Al principio no movió ni un músculo, pero justo cuando Taehyung inclinó la cabeza para conseguir un mejor ángulo, el otro apartó la cara.

   Bueno. Podía trabajar con eso. En su lugar, recorrió con sus labios el cuello pálido, lamiendo la vena que sobresalía en su piel cuando tragaba. Aun así, había una punzada de dolor en su pecho. Nunca se había metido en la cama con alguien que rechazara los besos con tanta firmeza. Pero daba igual, iba a disfrutar esa noche.




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Aesthete | KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora