prólogo

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 -Maldita sea Regina!, te dije que no.

Altagracia ya fastidiada por la insistencia de su hermana, quien intentaba pasarle la bebé, para que ella misma la calmara. Pues el llanto de la niña de diez meses no cesaba con nada.

- pero hermana por favor, es tu hija y no para de llorar-

- No es mi culpa, que la niña sea tan llorona! – Se excusó- ya se le pasara. Es más... déjala en su cuna, cuando vea que está sola se va a callar, solo quiere andar de brazo en brazo- soltó Altagracia con indiferencia, como si de cualquier cosa se tratara, ganándose una mirada de reproche y enojo por parte de Regina.- ¿Qué?, No me mires así ya está grande, tiene que acostumbrarse a que no la van a estar cargando siempre que quiera.

- sabes que Altagracia? Te diré esto por última vez porque ya me can...

- que quieres Regina, ve al punto que mañana tengo que trabajar y necesito dormir- interrumpió Altagracia rodando los ojos y caminando hacia su cama

-Esta niña- comienza pelinegra señalando a la bebe que aun lloraba en sus brazos – ES TU HIJA- recalca -

-Sé que viviste y vives un infierno, soy consciente de todo lo que has hecho y de cómo te has sacrificado por mantenernos a flote, pero tampoco justifiques todo este desprecio e indiferencia con tu dolor. Mónica no es la culpable de lo que te paso y mucho menos es consciente de ello, hermana... --  suavizó un poco su tono -- este angelito es una victima más de esos desgraciados, y aunque se escuche fatal, por sobre tu dolor esta niña necesita a una madre-

La firmeza con la que habló dejo a su hermana incrédula, pues Regina nunca le había hablado así... tan segura. Y mucho menos de aquel tema tan difícil para ambas.

Altagracia permaneció ahí, de pie junto a su cama, escuchando y tratando de procesar cada palabra que salía de la boca de su hermana menor

Al ver que su hermana no decía nada Regina siguió – Sé que te cuesta acercarte, tocarla o tan siquiera verla y que te recuerda a esa noche, pero la niña es tu hija, solo tuya. Y aunque te duela ella siempre hará parte de tu vida, aunque sea en recuerdos.... Solo te digo Altagracia, inténtalo!, yo te ayudare en todo lo que pueda para que lo logres. Ella no se merece tu desprecio, y si sigues así, en algún momento te arrepentirás. Querrás poder volver el tiempo, para vivir esto que hoy rechazas, duerme bien hermana. - finalizo triste pues a ella también le dolía hablarle así, sabia lo mucho que le costaba a Altagracia ver a esa niña como suya, pero tenia que hacerla reaccionar de algún modo.

Luego de aquella fuerte declaración, solo se escuchó la puerta cerrarse y el llanto de la bebé alejarse, Altagracia por su parte no hizo nada, solo se quedó allí, petrificada por todo lo dicho antes y se limito a secarse las lagrimas traicioneras que bajaban por su rostro. Esa noche la mayor de las Sandoval no pudo concebir el sueño, "te arrepentirás, querrás poder volver el tiempo para vivir esto que hoy rechazas," aquellas palabras seguían haciendo eco en su cabeza, sin embargo dentro de todo ese remolino de pensamientos que tenía en su cabeza, la ojiverde tenía claro una cosa: ella solo necesitaba tiempo; tiempo para intentar sobrellevar su dolor sin ver esos inocentes ojos como un portal donde revivir su calvario, tiempo para aceptar que ya no está sola y que hay un pequeño ser deseoso de ser suyo por amor y no como una cadena impuesta e irreversible, tiempo para entender que esa bebé que aún llora en brazos de su hermana es suya y al igual que ella no tiene a nadie más.

Es una lástima que Altagracia esa noche no pensara que el tiempo es relativo, demasiado quizá, y que así como el tiempo pasa para ella lo hace con demás. Ella tampoco pensó en el tiempo como lo que es; aliado de muchos y verdugo de muchos otros

Dame tiempo - Monigracia Where stories live. Discover now