Era imposible verlo y no sentir algo, escucharlo y que no tocase tu alma de algún modo, supongo que por eso ella se fijó en él. Esta historia es sobre la vez en que la Gran Madre se enamoró de un mortal.
En una pequeña ciudad, una soleada mañana de octubre partían dos jóvenes músicos llenos de ilusiones y sueños por cumplir, Juan, con tan solo 16 años abandonaba su hogar decidido a vivir la vida y aprovechar cada instante en compañía de su violín, iba con él su amigo William, un excelente guitarrista que compartía estos deseos. Juan tocaba el violín de una manera única, siempre lo llevaba consigo, decía que en la vida solo había dos cosas sagradas: la naturaleza y la música, el resto solo eran valores agregados, creía que la gente se preocupaba mucho por cosas innecesarias; Juan robaba corazones en cada esquina, en la mayoría de ocasiones abría su alma y dejaba que los sentimientos y pensamientos desbordaran e inundaran todas las conversaciones.
- Y dime ¿Cuáles son tus aspiraciones? – le preguntó un día una de aquellas damas que no pudo evitar amarlo.
- Tocar música en todas partes, quiero llevar mi violín hasta los lugares más recónditos del planeta, incluso aquellos lugares donde nadie esperaría escuchar una melodía. – contestó este con un brillo inexplicable en los ojos.
- ¿Pero y con qué dinero planeas hacer todo eso? – preguntó la joven un poco desconcertada.
- ¿Dinero? ¿Para qué necesitaría dinero? – rio como su fuese un chiste – Puedo vivir con lo que me dé la gente al escucharme tocar mi violín ¿sabes? – hizo una pausa corta – Mi color favorito es el azul, ya que me recuerda al mar y al cielo, ambos en su infinitud nos enseñan que no hay límites, somos nosotros quienes los ponemos. – dijo con una seguridad muy impactante para su corta edad.
- ¿No te da miedo vivir sin saber que pasará al día siguiente? – cuestionó una vez más la chica.
- ¿Por qué me daría miedo? Todo lo contrario, justo esa es la idea que más ronda en mi cabeza, hay tantos sitios hermosos por conocer, amaría despertar en uno distinto cada día; el no saber qué me depara el futuro me resulta fascinante.
Y esta tan solo fue una de cientos de conversaciones en las que Juan defendía su punto de vista, la humanidad suele querer controlarlo todo, pero él no, él esperaba las sorpresas que le traería el destino.
Aproximadamente un año después de dejar su hogar se encontraba en la cima de una montaña con vista hacia una catedral muy bella y decidió que era un sitio perfecto para tocar su violín, aunque honestamente para él todos lo eran, pero esta vez hubo algo distinto, no en él, él tocó con la misma pasión que siempre lo caracterizaba, el cambio fue en su público ya que a unos cuantos metros casi en la base de la montaña se hallaba oculta la Gran madre a orillas de un río.
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Quédate a mi lado
RomanceMicro cuento sobre la vez en que la gran madre se enamoró de un violinista y luego no pudo dejarlo ir.