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El monóculo que cuelga de sus dedos luce prístino. Hoseok balancea al pobre objeto; de pronto, el vidrio transparente hace refracción. El rayo de luz se dispara, Hoseok se divierte ante eso. Cuando levanta la mirada, buscando en dónde fue a parar su hazaña, su sonrisa cae. Un muchacho frunce la nariz ligeramente y entrecierra los ojos, intentando no verse afectado. Hoseok deja el monóculo sobre la vitrina en donde se encontraba inicialmente. Podría reír ahora y no sabría asegurar por qué. Tal vez por los nervios, pero no porque le haya parecido gracioso molestar un poco al chico enfrente de él. O quizá sí. Él es solo un joven tonto.
—Lo siento. —Entonces dice, no suena como si estuviera realmente apenado. Pero, hey, lo intentó—. No me fijé, no sabía que había alguien cerca.
Unos segundos pasan hasta que el desconocido ríe entrañable. Hoseok se permite observar a este chico por primera vez. Le ve reír, sus labios rosas y sus ojos con iris del color de una almendra, resaltando gracias al sol. Esos cabellos azules, rebeldes, escapando de la boina. Eso resalta, eso llama su atención. Si no fuera por ello (el azul intenso en las hebras), es seguro que el chico encajaría perfectamente en esta tienda de artículos viejos. No es que Hoseok fuera prejuicioso, pero basándose en la opinión general, resulta así. Aunque Hoseok cree, firmemente, que este chico encaja en cualquier lugar. No tiene problema con admirar la belleza ajena, este pensamiento solo lo conoce él. Bajo las estrellas de su mente desordenada, él se toma un tiempo para 'analizar' al desconocido.
—Está bien, me has hecho reír. —Es la respuesta, una sonrisa peculiar plasmada en su rostro—. Buena manera de atrapar la atención de alguien. Si querías saber qué libro estaba hojeando, solo debiste preguntar —continúa, divertido. Hoseok sabe que bromea, y eso le gusta.
—Me atrapaste. Te habrás dado cuenta de que no pertenezco a este lugar tan culto y necesitaba una ayuda. —Le sigue la corriente. Sonríe cuando la otra persona vuelve a levantar la mirada y enarca, apenas, una ceja.
—Bien, dime en qué necesitas ayuda. He venido a este lugar incontables veces. ¿Eso me hace lo suficiente culto para ti? —Hay diversión entremezclándose en sus palabras.
—Eso me basta.
Ellos se quedan en silencio por un momento, las risas escapan en tan solo otro.
—Oh, de verdad... —Otra carcajada—. Lo siento, yo no hago este tipo de cosas... De hecho, no suelo hablar con la primera persona que me cruce. —Él acomoda su boina con cuidado, esta vez sonríe con más timidez que antes—. Kim Taehyung, es un gusto...
—Jung Hoseok, gusto en conocerte —responde, habiéndose calmado—. Tampoco hago este tipo de cosas, supongo que me sentí en confianza al encontrar a alguien joven aquí.
