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HoSeok jamás creyó encontrarse a sí mismo en tal situación.
Jamás había imaginado que encontraría a un chico tan hermoso mientras él estaba cubierto de excremento de vaca.
Era una historia digna de contar, cómo había conocido a TaeHyung: todo ocurrió dentro de sus primeras prácticas con animales de granja, mientras él y sus compañeros escuchaban al profesor no esperaba terminar embarrado de excremento cuando cayó al suelo, y que mientras le ayudaban a levantarse se topara con el nieto del granjero que le traía una cubeta con agua y paños.
Desde el momento en el que le vio intentar ocultar su sonrisa mordiéndose los labios, HoSeok quedó bastante enganchado, lo suficiente como para buscarle con la mirada cada que llegaba a la granja en el bus escolar. Ni siquiera perdió su oportunidad cuando, en un muy corto descanso para que desayunaran los estudiantes, vio al nieto del granjero llevar una carreta con tres costales que le superaron y le tiraron al suelo.
—Déjame ayudarte. —le dijo apenas se apareció a su lado, sus brazos levantando uno de los pesados costales de fertilizante.
—HoSeok —se escuchó sorprendido, pero la sonrisa en su rostro demostró que la sorpresa fue grata—, gracias, esta carreta está vieja y a veces se atora.
—Te sabes mi nombre. —no se habían presentado en realidad.
El muchacho pareció recordar ese detalle, así que le vio ligeramente preocupado por la situación, pero HoSeok no quería verle con el ceño fruncido, sino con la linda sonrisa que le atrajo desde un inicio » No te preocupes, sé que tú te llamas TaeHyung, tu abuelo te llamó así.
—Sí... yo escuché que te llamaron así tus compañeros —de hecho, lo hicieron en ese momento, alguien gritó el nombre de HoSeok avisándole que la práctica estaba por ser retomada—. Gracias por ayudarme, HoSeok.
—Gracias a ti... —susurró tras darse la vuelta y caminar en dirección a sus compañeros, volteando tan solo por sobre su hombro para ver a TaeHyung seguir empujando la carreta por el camino marcado. Ni siquiera estaba seguro de por qué le agradecía, pero le nació hacerlo. Más tarde, mirando los grandes campos de cosecha por la ventana mientras regresaba a Seúl en el bus, consideró que estaba feliz y agradecido de que su nombre hubiera quedado grabado en TaeHyung.
Jamás había imaginado que mientras viajaba antes de que el sol saliera hacia Daegu para sus prácticas, estaría animado no sólo por la experiencia, sino también por ver y conversar un rato con TaeHyung. A veces solo un saludo desde la distancia pues ambos tenían labores que hacer, otras ocasiones podían hablar mientras el resto de alumnos se preparaban, y en tristes días a veces sólo podían despedirse esperando que la siguiente vez que se vieran, fuera distinto.
