Emma le daba vueltas y vueltas al anillo de compromiso que se encontraba en su dedo anular, mientras su mente no pensaba en nada más que en buscar la forma de encontrar el paradero de Regina. Pero desde hace tres días, cada vez que le marcaba, le caía el buzón. Dorothy estaba tan perdida como ella, e ir a cada aeropuerto intentando solicitar información, que siempre le negaban, ya no era viable.
Incluso se planteó seriamente en localizar a la hermana de Regina y suplicarle, pero ¿ella sabría de su existencia? ¿de la relación que habían intentado llevar? y si así fuera, estaba más que segura que lo único que recibiría seria golpe tras golpe por jugar de ese modo con los sentimientos de la morena. Algo que realmente no era así. Con cada día que convivia con Regina, comprendía que su corazón se había enamorado completamente de ella, ¿entonces porque le costaba tanto decidirse?
>>-¡Porque eres una idiota! <<
Retumbó en su mente, fuerte y claro, el comentario que Ruby le grito a la cara cuando se confesó con ellas, solicitando una ayuda que terminó en un largo sermón de lo imbécil que había sido.
Y debía buscar una forma de remediarlo.
-Killian...
-¿Si, cariño?
-Perdona, pero no puedo seguir con esto -depositó el anillo de diamante sobre la mesa.
-¿Qué tontería? -la confusión en su rostro se hizo evidente.
-No puedo seguir con esto.
-¿Es una forma de decirme que necesitas una fecha? -sonrió con fingida confianza.
-Porque si es así...-No. Killian, no. Esto significa lo que es.
-¿Que me estas dejando?
-Exacto.
-El vino debió marearte. Será mejor que te lleve a casa para que descanses.
-¿El vino? Por Dios Killian, bien sabes que un vino no puede ni afectarme.
-Esa era a la antigua tú. Ahora eres una Emma diferente, una que jamás dudaría en casarse conmigo cuando yo lo dispusiera. La que no haría una estupidez como esta.
-Es lo mejor para ambos.
-¿No querrás decir para ti y tu amante?
-¿Que?
-¿Creíste que no me daría cuenta? -pregunto con molestia. -Has estado actuando rara estas últimas semanas. Incluso buscabas la forma de reducir nuestro tiempo, siempre una excusa más absurda que la otra. No soy estupido, Emma.
-Entonces si lo sabes, ¿para que aferrarte?
-¿Y permitir que alguien más disfrute de ti? ¿de la decente y perfecta mujer que cree?
Emma no podía creer lo que había escuchado. La indignación y la molestia se hicieron presentes. -¿Dime que he escuchado mal?
-Sin mi, tu no serias nada. Yo hice lo que eres. De esto es lo que él se ha encaprichado.
Ambos se miraron a los ojos, completamente molestos. -He sido una estúpida -afirmó finalmente Emma.
-Y yo soy un hombre generoso. Si prometes dejarlo para siempre, haremos como que esto nunca pasó -afirmó golpeando con el dedo índice el anillo que aún seguía en la mesa.
-Y pensar que probablemente le he perdido por creer que lo mejor era quedarme contigo -la rubia se levantó molesta del asiento.
Killian la imito y antes de que pudiera marcharse, la tomó fuertemente del brazo. -Es suficiente, Emma. Ahora, siéntate, coloca el maldito anillo en tu dedo y evitame pasar una vergüenza, porque no voy a permitir que por tu culpa se burlen de mi. Nadie deja a Killian Jones.
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Inevitable
RandomA veces, el amor tiende a aparece en el lugar y momento equivocado, pero termina siendo inevitable...