Capítulo tres

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–¡Ahí está de nuevo! 

–¿Quién? -preguntó Regina sin prestarle  mucha atención a la castaña de ojos azules que se encontraba frente a ella. 

–La misma chica. Lleva tres días viniendo a la misma hora. Se queda frente a la puerta algunos minutos como dudando entrar y luego se marcha. 

–Bueno, hay personas que no se sienten cómodas frente a ciertos lugares, así que es normal que duden.

–No me imagino cuanto miedo le ha de provocar una tienda de antigüedades -ironizó la joven. 

Aquello provocó una sonrisa a la morena, quien despegó los ojos de los documentos que estaba revisando para mirar a la chica ligeramente bronceada que holgazaneaba recargada sobre su escritorio con un plumero en las manos. 

–¿El mismo terror que te causa a ti limpiar? -cuestionó arqueando una ceja. 

–Como que estás un poco más amargada desde que no ves a tu "solecito".

Regina suspiró con pesadez al recordar a Emma. –Ha sido lo mejor. Sobre todo para cada uno de los implicados. 

–Al menos Liam al fin lo ha entendido y ha dejado de hostigante. Porque era molestoso y deprimente estarlo viendo día tras días rogando por una nueva oportunidad.

–Es un buen hombre. Se que un día encontrara a alguien que lo aprecie. No se merecía que lo utilizará de esa forma.

–Venga, tu igual eres una buena persona. Y cuando menos te lo esperes, el amor de tu vida entrará por esa puerta. 

El sonido de la campaniña que anuncia la llegada de un cliente captó rápidamente la atención de ambas mujeres que observaron entrar a una rubia, con el jeans negro rasgado, botas a juego y una blusa blanca de seda que se encontraba fajada solo por delante. 

–No puede ser cierto -habló Regina en un susurro que apenas logró escuchar la  castaña. 

La recién llegada inspeccionó todo el lugar antes de posar sus ojos azules sobre la mujer morena que derrochaba elegancia y sensualidad con un simple vestido, labial rojo sangre y una melena perfectamente peinada que apenas rozaba sus hombros. 

–Buenas tardes, mi nombre es Dorothy, ¿Le puedo ayudar en algo? -ofreció la joven para tratar de disipar el tenso ambiente que se había generado. 

–Yo solamente… creo que me he equivocado de lugar. Disculpen -dio media vuelta y salió rápidamente del establecimiento.

–¿Qué carajos acaba de….? -Dorothy se quedó a media frase al ver a Regina salir tras la joven. 

–Miss Swan, espere -pidió, y la rubia se detuvo. –¿A qué ha venido?

–Yo quería redecorar mi apartamento… -habló nerviosamente mientras se giraba para quedar de frente a la morena –y Killian me dijo acerca de la tienda, pero estoy segura que… -La sincera sonrisa que Regina esbozó, dejó sin palabras a Emma. –No quería molestar. 

–Nunca imaginé que alguien con un atuendo como el suyo, pudiera verse tan adorable en una situación como esta -dijo sincera. 

–¿Se está burlando de mí?

–¿Y usted de mi? ¿Acaso cree que mi inteligencia puede ser engañada con una historia tan pobre como la suya? -preguntó sonriente –¿Por qué no simplemente decir que quería verme?

–Que imaginación la suya. 

–¿Acaso no es verdad? 

–No. 

–Es una pena. Yo que iba a invitarle un frappé.

Ambas mujeres tomaron asiento con sus respectivas bebidas. El lugar era un bonito establecimiento con aire de los 80's.

InevitableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora