Enji POV:
Era un día de mala suerte, según muchos decían, esos días mi magia aumentaba y era más simple encontrar cosas nuevas. Había salido de casa temprano para bajar al pueblo, durante mi trayecto muchas aves se acercaron a mi a susurrarme cosas, que tuviera cuidado, que hoy pasaría algo, así que estuve alerta durante todo el trayecto.
Iba caminando por el centro del pueblo, había más gente de lo habitual, fui a buscar ingredientes para algunas pócimas cuando vi mucha gente congregada en un rincón, fui movido por la curiosidad y me adelanté un poco, pude ver un hombre ya anciano vendiendo niños, unos 15 niños de distintas edades, todos con grilletes en sus manos y cuellos, todos se veían hambrientos y tristes.
- Vendo sirvientes, vendo sirvientes - decía el hombre hablándole a la multitud, me dio asco de solo ver lo que hacía con esos pobres niños - Usted señor, parece necesitar alguien que le sirva - se dirigió a mi, le miré con odio a punto de decirle algo desde el fondo de mi rabia cuando vi algo que algunos niños escondían, un chico, pelo rubio, ojos cansados con unas profundas ojeras, cicatrices por toda su piel visible, algo se revolvió en mi estómago al verle, pero aún más importante... aquel chico tenía alas, unas pequeñas alas rojas también con grilletes, jamás había visto algo así en mi vida. pensando fríamente tomé una decisión, me acerqué al anciano y puse mi mano en su hombro, susurré unas palabras y empezó a salir humo de sus manos, finalmente en un grito de agonía todo su cuerpo se encendió en llamas, los niños veían con terror lo que ocurría y la gente empezó a salir gritando.
- ¡Tranquilos! - el pequeño rubio gritó a sus compañeros y los niños se acercaron a él, cuando las cenizas del anciano cayeron al piso y se fueron con la brisa miré a los niños con una mirada protectora.
- Ustedes se irán conmigo - dije con voz suave, todos los niños miraron al rubio quien con su mirada cansada me estudió, se notaba que era una especie de superior entre ellos, el chico rubio se paró y me alzó sus manos con grilletes, pidiendo que se los sacara.
- Libero - murmuré y todos los grilletes de sus cuellos y manos cayeron a sus pies, los niños volvieron a mirar al chico de las alas, él simplemente asintió. El chico de ojos dorados pudo mover un poco sus alas empezó a caminar hacia mí. Los más grandes tomaron las manos de los más jóvenes y comencé a caminar para llevarlos a su nuevo hogar,
A las afueras, cerca del bosque llegamos a la academia hogar que tenía para chicos a los que viera potencial, por el momento podría servir para que vivieran ellos hasta que fueran más grandes, ahí tenía profesores y cuidadores, ellos estarían bien en este hogar.
- Pueden quedarse aquí el tiempo necesario chicos, aquí los cuidarán y velarán por ustedes, los estaré visitando - todos los niños empezaron a entrar, el último fue el chico de alas - Tu te irás conmigo - dije mirándole, el chico me miró con cara resignada y asintió. Más allá de la escuela se alzaba mi casa, el chico entró y con un murmullo se armó una cama en la habitación libre que tenía, el chico me miró curioso y le hice un ademán para que fuera - ¿Cuál es tu edad muchacho ? - le pregunté con los brazos cruzados.
- Tengo 8 años - dijo serio, su mirada parecía cansada de todo.
- ¿Cómo te llamas? - le pregunté cuando él se sentó.
- Keigo, Takami Keigo - murmuró con voz suave.
- Puedes dormir, Takami Keigo - el chico se acomodó en la cama y rápidamente se quedó dormido.
Le miré curioso por esas alas tan machacadas, puede que desde pequeño se las tuvieran con grilletes, me fui a mi habitación y tomé el libro que estaba leyendo, unas semanas antes tuve una premonición, un aprendiz de aire, por lo que empecé a leer y estudiar de ese elemento, no creí que encontrara a un hechicero del aire, pero antes de yo hacer nada, la magia debe nacer de él.Keigo POV
No recuerdo un solo día donde no haya usado estas pulseras con cadenas, luego supe que se llamaban grilletes, no recuerdo quienes son mis padres, solo sé que el hombre que nos cuida me ha dicho muchas veces lo barato que me vendieron. Casi no dormía y mis alas al estar con esos grilletes pesaban mucho más de lo que supongo deberían, ¿Por qué habré nacido con estas alas? Siempre estaba cansado y sentado en el piso, no quería caminar ni moverme pero tenía buenas amigos que me ayudaban en todo, pronto todos iban a mi en busca de apoyo, un abrazo o lo que necesitaran.
Un día, el viejo nos tomó a todos de los grilletes y con una larga cadena nos amarró uno tras otro, aún era de noche y hacía frío, el hombre no nos dio ni siquiera una manta para abrigarnos, salimos del sótano en el que estábamos y nos llevó a un poblado, se notaba que pronto llegaría gente, habían mercaderes preparando sus puestos a la línea del alba, el viejo nos acomodó en un rincón y varios chicos se acurrucaron entre ellos para capear un poco el frío, el hombre me tiró del grillete en mi cuello y me llevó a la pared, amarró la cadena a una argolla en la pared, dejándome cadena suficiente como para sentarme en el piso y esperar ¿Qué cosa? Ninguno de nosotros lo sabía. Cuando abrió la mañana y la gente empezó a llegar a la plaza pude ver que el hombre le decía cosas a la gente que pasaba y luego de recibir unas monedas, uno de mis compañeros se iba con esas personas, estaba viendo y el hombre empezó a hablar más fuerte.
- Sirvientes, vendo sirvientes - eso me recordó lo que nos enseñó cuando empecé a hablar: "Tu serás vendido a cualquier persona, y esa persona hará lo que quiera contigo" esa misma semana el hombre violó a una de las niñas, diciéndonos luego con odio: "Eso también les pasará a ustedes cuando logre venderlos", no podía moverme, me dolía el cuerpo y solo podía ver a mis amigos irse contra su voluntad, luego de un par de horas y 5 amigos menos había un montón de gente rodeándonos y preguntando por algunos de nosotros, aunque nadie me miraba a mí, tenían una mirada asustada por ver a un chico con alas, no los culpo, a mi también me daría cosa. Pronto pude ver que un gran hombre con la mirada tapada por una capucha puso una mano en el hombro del viejo, segundos después el viejo estaba ardiendo en llamas, mis amigos se asustaron y trataron de correr, pero estábamos con las cadenas.
- ¡Tranquilos! - les grité y se acercaron a mí, los miraba tranquilos aunque la ansiedad de ver al hombre hecho cenizas era terrible.
- Ustedes se irán conmigo - nos dijo, estudié al hombre que se sacó la capucha, un cabello rojo como mis alas, un rostro duro y mirada aún más seria, estudié sus ojos rápidamente y alcé mis manos hacia él, pronto los grilletes de todos nosotros se cayeron, me levanté y estiré las alas, tomé de la mano a la más pequeña del grupo y asentí a mis compañeros, todos tomaron sus manos y empezamos a seguir al hombre, nos llevó lejos del pueblo, más allá del bosque, nunca había visto colores tan fuertes y dolían un poco mis ojos, llegamos a una gran casa, era muy grande y muy linda.
- Pueden quedarse aquí el tiempo necesario chicos, aquí los cuidarán y velarán por ustedes, los estaré visitando - asentí y los chicos fueron entrando a la casa, yo iría al último, asegurándome que todos estuvieran bien, empecé a caminar para entrar cuando sentí una mano en el hombro - Tu te irás conmigo - se me hizo un nudo en el estómago al recordar todo lo que había pasado, tal vez ese hombre... "No, no pienses en eso Keigo", puse mi mirada aburrida y asentí, me guió dentro del bosque y pronto una casa entre los árboles apareció, era pequeña, cuando entré pude ver que solo había una habitación, pero el hombre murmuró algo que no entendí y una cama apareció al otro extremo de la casa, junto con unas tablas que hicieron de paredes para crear una habitación, me hizo un ademán para ir a la cama, asustado de todo fui - ¿Cuál es tu edad muchacho ? - me preguntó, su voz era profunda, demasiado grave y potente, sentí la casa temblar ante su voz.
- Tengo 8 años - dije sin mirarle, viendo al piso cansado
- ¿Cómo te llamas? - solo mis amigos sabían mi nombre, pero algo me dijo que sería mejor decirle y no hacer problemas que puedan terminar mal.
- Keigo, Takami Keigo - le dije sentándome en la cama
- Puedes dormir, Takami Keigo - el hombre era la seriedad hecha persona, era increíble que ni un atisbo de sonrisa se viera en sus ojos, pero sé leer muy bien las caras, tengo los ojos del halcón, él planea hacer algo. Me acomodé y demasiado pronto me quedé dormido, el colchón y la almohada... era como dormir en una nube, pronto sentí una manta cubriéndome....
El chico rubio se levantó y parecía desorientado.
- Que bueno que despiertas - dijo el mayor cuando el chico salió de la habitación - Llevas durmiendo dos días - el chico le miró asombrado, ¿tanto había dormido? Aunque... no recordaba una vez que hubiera dormido tan bien - ¿Tienes hambre? - le preguntó el mayor, él asintió - Toma asiento, está servido - eso se sintió raro, nunca había comido en una mesa, se acercó con duda y se sentó en la silla, había un plato con algo que no había visto, lo que siempre comía era pan y un vaso de agua, con cautela tomó la cuchara y probó lo que había en ese plato, abrió los ojos asombrado del sabor y empezó a comer más y más - Tranquilo, tranquilo, después te dolerá el estómago de comer tan rápido - el pelirrojo le miraba con con esos ojos azules con un brillo de diversión pero sin dejar su seriedad, el pequeño miró a otro lado algo sonrojado. Enji le miraba comer, por el brillo en sus ojos se notaba que nunca había comido algo así, no debería tener más de 10 años y se veía demasiado pequeño e indefenso, igualmente parecía fuerte de espíritu y se comportaba como líder frente a los otros niños, también podía sentir la magia en él, empezando por esas alas.
- Gracias por la comida - murmuró frente al plato vacío, aunque... algo en su tono parecía raro.
- ¿Quieres más? - consultó el mayor, el pequeño le miró con ojos brillantes, el pelirrojo se levantó y le sirvió más comida, cuando Keigo se terminó el segundo plato parecía más satisfecho.
- ¿Cuál es tu nombre? - preguntó curioso el menor.
- Endeavor - dijo el pelirrojo, nombrando su apodo de hechicero.
- Endeavor-san - murmuró el rubio mirándole curioso - ¿Cómo hiciste eso en el pueblo? - preguntó.
- Soy un hechicero - dijo alzando su mano y haciendo aparecer fuego en ella, el chico abriólos ojos asombrado - Existen hechiceros de todos los elementos como el aire, metal, agua, hielo, el mío es el fuego - el menor observaba su mano con una mirada curiosa y atenta.
- ¿Puedo hacer eso yo? - le preguntó nuevamente.
- Tienes que aprender, descubrir tu elemento y estudiarlo, usarlo y perfeccionarte en él - dijo con una mirada seria.
- Quiero aprender - dijo con ojos decididos.
- Entonces te enseñaré - dijo serio, el camino del hechicero debía nacer de uno mismo, el pequeño tenía magia en él, sería simple - Seré tu maestro, Hawks - le dijo poniendo una mano en su hombro, el rubio ladeó la cabeza sin entender - Ése será tu apodo, mientras estés estudiando conmigo te llamaré por ese nombre - le explicó.
- Hawks - repitió el joven, le miró serio y asintió.
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Aprendiz de hechicero
FanfictionDesde el día que lo encontró siendo vendido como sirviente, el hechicero Endeavor decidió que ese pequeño con alas sería su aprendiz, por años le enseñó todo lo que sabía... 10 años después se vuelven a encontrar, redescubriendo lo que en el fondo a...