Capítulo único

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Estaba harto de todo esto, no veía el punto de esta celebración, toda esa comercialización del amor le parecía horrible, todos los años era lo mismo, ya había visto suficiente, ansiaba la hora en que todo terminara de una vez. Había salido de la sala común la mañana de un lunes para encontrarse con la extravagante decoración por cada rincón del castillo.

San Valentín. Celebrarlo este año en Howgarts le parecería una tortura, o tal vez lo sentia así siendo que era su sexto año. Algo en él le decía que no, que en realidad esta vez la escuela se había esmerado en hacerlo todo más rosa, más dulce, más cursi, más, más, más. Comenzaba a estresarse.

Desde el primer día de febrero todo el colegio fué decorado, haciendo que caminar por los pasillos fuera una tortura, realmente no recordaba tanta emoción por parte de sus compañeros en los años anteriores. Estaba caminando por los pasillos rumbo a su primera clase de la mañana cuando algo fuera de lo común pasó, un grupo de chicas venía en dirección contraria a la de él, estaban riendo y murmurando, no le interesaba así que no les prestó atención, pero justo cuando pasaron junto a él, pudo olerlo, era hierro, pergamino, chocolate y... ¿Qué era eso último? Se le hacía familiar, sin embargo era bastante tenue en comparación con el olor de todas las chicas. Fue solo un instante pero su mente quedó en blanco unos segundos, aún así no se detuvo y siguió caminando. De reojo las vio alejarse, lo estaban viendo sin ningún disimulo, no lo podía creer, habían intentado atraerlo con amortentia. No pudo contener una sonrisa arrogante, eso había sido patético, esperaba que su falta de reacción hacia ellas fuera suficiente para detener sus intentos, pero para su desgracia, desde esa vez, le ha pasado por lo menos cuatro veces más, incluso hicieron el intento de ponerlo en su comida. 

Le impresionaba ese grado de ineptitud por parte del alumnado, primero porque, aún llevando Defensa Contra las Artes Oscuras, parecen estar ignorando el hecho de que los vampiros cuentan con cierta resistencia a los ingredientes de las pociones, y segundo, que los alumnos pensaran que el uso de la amortentia era una opción para poder conseguir pareja era lamentable, le pareció un intento tan triste de poder salir con alguien, a veces le asustaba el grado de obsesión que podían presentar las adolescentes.

Dejando ese dolor de cabeza a un lado, se puso a pensar en qué hacía alguien como él en ese lugar. Nadie lo obligó a ir a la escuela, el mismo se lo propuso y no pensaba retractarse, no porque creyera que no podía aprender todo eso él solo, claro que no, pero sabía que tenía que ponerse pruebas, conocer sus límites y qué mejor lugar para eso, si no una escuela llena de estudiantes por todos lados y a toda hora, sin embargo, cuando entró por primera vez al colegio en su primer año casi da media vuelta, a pesar de que eso era algo que tenía previsto, la aglomeración de personas, el sonido, pero más que nada, el olor, no esperaba que fuera tan abrumador, su mente se llenó de necesidad, de hambre y sed. Por un momento dudó de sí mismo, de si podía hacerlo, pero solo fueron unos segundos, al instante pudo pensar lo suficiente como para disipar la bruma en su cabeza y se sintió tranquilo, claro que él podía sobrellevar todo eso, Él era Tom Riddle, Lord Voldemort, él era un vampiro, por supuesto que podía con eso y más, algo tan simple como la sed de sangre no iba a hacerlo caer. 

Recordar la razón por la que entró al colegio lo relajó considerablemente, no estaba ahí por nadie, era por y para él mismo, no tenía sentido alterarse tanto por una simple fecha que no valía la pena. 

Caminando a la última clase del día mucho más tranquilo de lo que había estado esa mañana, pudo escuchar un latido de corazón, ¿Había estado ahí hace rato también? Debía de estar más tenso de lo que había pensado porque no estaba seguro de cuánto tiempo lo había estado escuchando. Le pareció que era un latido conocido, se dio la vuelta para ver quién era, pero no vió a nadie, el pasillo estaba vacío, se le hizo lógico, era un atajo a su clase de alquimia que no muchos conocían, no tenía ventanas ni arcos por donde se filtrara el sol, estaba atardeciendo a esta hora, aùn no era seguro para él. .

Corazón de chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora