Capítulo 3

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El joven rubio sacó de sus bolsillos una cinta, con la que ató las manos y los pies de su víctima, además de que cubrió su boca con la misma.
Posteriormente, sacó una bolsa negra, en la cual metió a Joey con sumo cuidado, después vació el bote de basura e introdujo al chico. Caminó hacia el cuarto del conserje, tomó un uniforme que había ahí y se lo puso, luego sacó el bote y se dirigió hacia el estacionamiento.
Miró a su alrededor para verificar que no había nadie; sacó al peli negro y lo metió en la cajuela.

Comenzó el recorrido para llegar a su casa, intentando manejar lo mejor posible para evitar un accidente, pero simplemente no podía, estaba increíblemente nervioso, sus manos le temblaban demasiado.

La señora Williams vio el auto de Taylor pasar, lo saludó con la mano, pero el chico ni siquiera la miró, ya casi llegaba a su hogar y los nervios se habían triplicado, ahora todo su cuerpo temblaba.
Era algo irónico ya que cuando había ido por su amado al hotel consiguió estar completamente sereno.

Finalmente llegó a su destino, bajó del auto, para abrir su garaje, tropezó y cayó.
"Imbécil ¿qué te pasa?" Se dijo a sí mismo mientras golpeaba sus temblorosas piernas.
-¡Coco! ¿Estás bien?
Preguntó Roxanne, la niña a la que había cuidado hace unos meses, mientras se acercaba para intentar ayudarlo a levantarse.
La pequeña se había encariñado con el joven e incluso tenía la costumbre de ir a visitarlo de improviso de vez en cuando, además de que, como hemos visto antes, cariñosamente lo había apodado "Coco"; en pocas palabras, el joven era como ese hermano mayor que siempre quiso tener.

"¿Es que ahora nada me puede salir bien? Primero las piernas me fallan y ahora viene esta mocosa de mierda a molestar otra vez... que ganas de deshacerme de ella". Se dijo al mismo tiempo que miraba a la diminuta persona acercarse.
-Rox, no es por nada pero ¿para qué viniste?
-Estoy aquí para hacer galletas contigo, es que como has estado muy ocupado supuse que te gustaría tener un pequeño descanso
La niña lo miró con ternura y él solo le gruño como respuesta mientras se ponía de pie. Este comportamiento la hizo asustarse y dar un paso hacia atrás, jamás había visto ese lado del chico, aunque en realidad debería de considerarse afortunada, ella no vería la oscuridad dentro de Taylor, el joven dentro de la cajuela sí.

-Coco... me preocupas
-Niña, en serio estoy ocupado, me harías un enorme favor si te fueras y me dejas seguir con MIS asuntos
Lo último lo dijo al mismo tiempo en el que golpeaba fuertemente la parte trasera del auto.

La pequeña, con toda la inocencia del mundo y con la esperanza de que quizá esa pregunta podría poner al joven de buen humor, dijo:
-¿Qué es lo que traes en la cajuela? ¿Tiene algo que ver con ese guitarrista que tanto te gusta?
El rostro de Corey se llenó de furia en cuanto escuchó lo dicho por la niña, no le incumbía nada de eso y el simple hecho de que se atrevió a preguntar lo sacó de sus casillas.
Apretando los puños y los dientes se acercó a Roxanne, se hincó y dijo lo más calmado que pudo:
-Nada de lo que pasa en mi vida es asunto tuyo, así que te lo volveré a decir, lárgate de una puta vez y déjame en paz
Al escuchar esto, los ojos de la niña se llenaron en lágrimas y se fue corriendo de vuelta a su casa.
Taylor respiró hondamente, sabía que después se tendría que disculpar por eso con ella y con sus padres, y más le valdría tener argumentos convincentes.

Por fin pudo abrir su garaje y meter el auto, luego, asegurándose de que ninguna persona lo estuviera viendo, sacó a Joey de la cajuela y lo cargó hasta la alacena.
Se detuvo en ese lugar porque le faltaba el aire y su corazón estaba latiendo tan fuerte que sentía cada palpitación en su cabeza.
Como pudo, fue por una silla y ató al chico con una soga, aunque mejor dicho, solo la puso alrededor de su cintura y la silla, sentía sus manos entumecidas.

Eso ya le había pasado antes cuando en la escuela se presentaba para cantar una canción en algún evento. Tenía una voz hermosa y cantaba como los mismísimos ángeles, pero nunca le gustó mostrar ese talento en público ya que siempre que lo hacía sentía que se ahogaba y no pensaba con claridad.

Enferma Obsesión- JoreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora