Hace unas semanas llamó, le dí el dinero y se fue. Era como una suave brisa mañanera pero siempre supe que tenía un lado oscuro que era mejor que nadie descubriera, que nadie supiera nada de lo que paso con ella, el viejo orfanato y Woodhouse. Yo os lo voy a relatar con alguna que otra invención mía pero más o menos ocurrió así:
Era una fría mañana de primavera, el sol aún no había salido tras las montañas del campo pero ya se veían algunas claridades en lo alto del cielo que susurraban que estaba a punto de salir. Se veían largos mantos de diminutas gotitas que cubrían por completo los campos de Woodhouse y sus alrededores.
El Sr. Jonhs estaba en el salón de su casa, con la calefacción encendida, saboreando un delicioso café con hielo que en aquellas mañanas, tan temprano, llenaba la casa de un olor inolvidable, único. Vivía solo en casa, con su perro Gus al que quería más que cualquier cosa.
Era un hombre simpático, risueño y le caía muy bien a todos los lugareños de Woodhouse. Su casa estaba en las afueras del pueblo, tenía un gran ventanal que daba al jardín delantero, una escalinata en curva hacia el desván y un gran garaje donde guardaba trastos porque no tenía coche ni lo necesitaba.
