Capitulo 1: "El amor nunca dura para siempre" - Parte 1

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Llega otro amanecer que sucede a la noche y me encuentro momentáneamente reposando sobre el respaldar de mi cama, mientras miro a mi al rededor buscando un camino acorde a mi conciencia somnolienta (mis ojos entreabiertos, no evalúan la situación con la misma capacidad con la que lo harían en sus instantes de plena lucidez). Me toma unos minutos hasta que por fin soy capaz de abandonar ese misterioso estado de mi cuerpo justo despues de despertar de un extenso período de tiempo en el cual no dedico mis horas a nada mas que a dormir.

Me adelanto en la labor de concretar la secuencia rutinaria de acciones características de mis mańanas, con el afán de gozar luego de una extensa jornada en la que tenga la posibilidad de llevar a cabo todo lo que se me antoje. De repente, me percato de que: ¡No cuento ni con el más mísero grano de café!. ¿Cual se supone que debe ser mi manera de obrar en un momento como éste en el que escasea en mi hogar uno de mis recursos más preciados?, ¿Como se supone que voy a poder efectuar todo lo que desee hacer si no cuento con el más importante estímulo energético para impulsar mis mañanas?

Para sobrellevar de alguna manera este percance, preparo mi desayuno simplemente con unas cuantas tostadas hechas con el poco pan que me quedaba de la semana, untadas ligeramente con una mermelada que llegué a encontrar en lo más profundo de mi heladera.

Luego de ser capaz de asegurar con certeza que ya había concluído con todo aquello (y dejando de lado la problemática del café), aproveché que era Sábado para adentrarme directamente en un universo en el cual me suelo ver inmerso: la música. Los efectos placenteros que esto produce dentro de mí exceden mi razón, todos mis pensamientos habían logrado extenderse de forma exclusiva en el inmenso recorrido que atraviesan seis cuerdas de tamaños diferentes a travez de un mastil poblado de hendiduras delimitadas por bloques metálicos.

En el preciso momento en que todo mi ser decide abandonar por un momento su actividad intensiva para poder ingerir algo para comer, mis ojos centran su vista precisamente en el único reloj que pasa sus días colgado en la pared de mi cocina. No podía ser cierto lo que habían observado.

Me detuve por completo, mientras mi corazón latía a tal velocidad que sentía que en cualquier momento iba a comenzar a saltar fuera de mi cuerpo. No podía ser cierto lo que había visto, porque justamente hoy era el día que veníamos planificando por semanas enteras.

A una velocidad indescriptible rellené mis bolsillos con lo que suelo necesitar para salir, agarre mis llaves y dejando de una vez mi casa, cerré de un golpe la puerta principal para seguir un camino que estaba a punto de ser recorridos por pasos extremadamente apurados. No podían ser las 3 de la tarde, porque este ya era el tercer sábado que le había prometido que iba a almorzar a las 12 con ella.

¿Y si mañana no te tengo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora