Introducción

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Nueve años tenía cuando sucedió.

Por primera vez veía un hilo rojo alrededor del dedo meñique de alguien y este era tan luminoso que le fue imposible ignorarlo.

Si tan solo ese alguien no hubiera sido su madre, tal vez esta historia fuera de otra manera.

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Era un viernes por la tarde, los Park darían una cena casual e invitaron a sus amigos más cercanos para compartir

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Era un viernes por la tarde, los Park darían una cena casual e invitaron a sus amigos más cercanos para compartir.

Debían comprar la bebida, ya que HaeChan se negaba a abrir su colección de licores caros. Entonces, tomando a su cachorro que se divertía jugando con hilos amarillos que sólo él veía, salieron en busca de lo que consumirían esa noche.

Caminando por los pasillos del supermercado, la pareja reía de las historias que JiMin contaba.

-Es cierto, mamá -dijo el cachorro -. Cuando vi ese hilo azul brillar tanto, aún más que el amarillo que nos une. Supe que Félix y Christian serían super amigos, mejores amigos -expresó con entusiasmo -, ¡los mejores amigos del mundo!

Los padres del niño, sabían de su don y les parecía una bendición de la Diosa Luna el que su bebé pudiera ver los hilos del destino. Creían que su futuro estaría lleno de grandes cosas.

Dando pequeños saltitos por el pasillo de bebidas, el pequeño JiMin vislumbró un brillo rojo asomarse por una esquina. Con curiosidad se acercó al lugar y lo vio: atado al meñique de una alfa de cabello negro muy bonito y aroma a pino, estaba un hilo rojo resplandeciente.

Ambos padres estaban ocupados eligiendo entre las tantas botellas y no notaron cuando el infante se alejó en busca de aquello que sólo él veía.

Los ojitos repletos de asombro, las mejillas abultadas por la gran sonrisa que dejaba ver, las manitos enredando y desenredando ese rojo hilo que persiguió desde que lo vio atado de aquella alfa, hasta que la voz de su madre se escuchó desde lejos.

-¡JiMin! -su atención de repente se vio tomada por la omega que corría hacia él con el rostro bañado en preocupación.

Pero no fue eso lo que hizo que su boquita se abriera como un pequeño pececito y sus ojitos se mostraran como dos perlas brillantes, no.

-¡Acá estás! -su madre lo envolvió en un abrazo que lo apretó un poquito, pero no le dolió -. ¡No vuelvas a hacerme eso nunca más! ¿Oíste? -le tomó el rostro y lo llenó de besos. JiMin seguía con la vista fija en el meñique de su madre -. ¿Qué pasa? ¿Qué tienes?

La omega comenzó a revisar su cuerpecito, le preocupó que su cachorro no hablara.

-Es... -la mano del pequeño tomó el hilo rojo que brillaba -Es el hilo -susurró con asombro.

La mujer lo miró con confusión.

-Sí, amor. El hilo amarillo es el de padres e hijos -le sonrió.

-No, no es amarillo -y en ese momento, el aroma a pino de la mujer que no se movió del lugar desde que vio a aquella omega correr hacia dónde estaba ella, envolvió a la madre que tenía los ojos posados en el estupefacto rostro de su cachorro.

Impulsada por sus instintos, elevó la mirada y vio a aquella alfa de pie a un metro de ellos.

No hubo distinción de sonidos hasta que el pequeño niño de cabellos oscuros dijo con voz exaltada.

-¡Es el hilo rojo!

Las maletas en la entrada, las lágrimas en los ojos de los tres integrantes de la familia que ese día dejaría de serlo y el roto corazón de un alfa que era abandonado por su esposa, eran los sellos de un adiós en aquel domingo de abril

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Las maletas en la entrada, las lágrimas en los ojos de los tres integrantes de la familia que ese día dejaría de serlo y el roto corazón de un alfa que era abandonado por su esposa, eran los sellos de un adiós en aquel domingo de abril.

El cachorro no entendía por qué su mamá se iba, no comprendía por qué desde ese día en el supermercado sus padres no sonreían en la mesa cuando almorzaban, no se daban aquellos besitos que lo hacían sonreír, no dormían en la misma cama y ya no querían estar juntos.

Cuando la omega cruzó el jardín de la entrada y subió al auto donde su destinada la esperaba, el corazón de JiMin dolió muchísimo, porque a medida que esa mujer se alejaba, aquel hilo amarillo que siempre los unió se iba debilitando cual fogata luego de pasar toda una noche encendida. Así, como una bombilla apagándose, sólo le quedó lo negro de un lazo roto.

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Nuevo fic, espero que les agrade.

Voy a poner mucho empeño en el desarrollo de esta trama para traerles algo que les guste y disfruten leer.

Gracias por leer.

𝓑𝓵𝓾𝓮 .。*゚+

•𝐇𝐢𝐥𝐨• © ||ʸᵒᵒⁿᴹⁱⁿ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora