Si le llegaran a preguntar a Leo como fue que llegó a su hogar, no sabría cómo responder, porque no lo recordaba, lo único que había presente en su mente era a él sacando a Fiat del establecimiento y después solo borrones de lo que se suponía sería el viaje hasta casa. Ahora solo tiene en mente como aventó al chico hacia la cama y la forma en que Fiat lo mira ahora.
—¡Si tienes algo que decir, dilo!
Leo siente la sangre hervir empuja a Fiat para que quede acostado en la cama y después se sube arriba de él. La posición en la que se encuentra lo hace sentir impulsivo, ganas de tomarlo para sí mismo, tocarlo como el cristal más frágil y la flor más hermosa. Sabe que está a nada de cruzar una línea que no debería. Sabe que lo que le quiere hacer está mal porque ellos no son más que solo amigos, porque su relación nunca ha ido más allá de la amistad. Mira los ojos brillosos del chico que está debajo de él. Sus muros están cayendo, su corazón se está resquebrajando nuevamente, pero está enojado. No. Él está furioso.
—¿Qué estás haciendo? —le espeta Fiat demasiado cerca de su rostro.
Traga saliva y responde: —Esa es mi pregunta, ¿Qué hiciste?
El rostro de Fiat es neutro cuando responde, pero al final su voz es la que falla. —¿Qué hice? No hice nada.
Leo solo piensa en el descaro de Fiat y siente más furia, aprieta con fuerza su puño y golpeó el colchón justo al lado de la cabeza del chico. Fiat se espanta un segundo.
—¿Entonces qué es lo que vi?
Fiat no responde, sabe que está siendo demasiado brusco con él, que lo está espantando. Nunca se había comportado de esa manera tan animal, no con él al menos. Se quedan mirando el uno al otro, el tiempo de pronto se detuvo para ellos y quiere quedarse ahí, perdiéndose en los ojos oscuros que lo miran. Mientras el intercambio de miradas sucede, la furia y el enojo menguan y afloja su cuerpo que hasta el momento se había mantenido en tensión, está decidido a ponerse de pie, disculparse por el arrebato que ha tenido y salir de la habitación, sin embargo, sus intenciones fueron fuertemente interrumpidas mientras sentía unos labios tibios sobre los suyos, atrayéndolo a un férreo beso que, para ser sincero a sí mismo, siguió de inmediato.
La línea se había cruzado.
Sus bocas se entrelazan una con la otra, sus lenguas se conocieron después de tanto tiempo anhelado algo como eso, las manos de Fiat se aferraban fuertemente sobre su espalda como si no quisiera dejarlo ir. Sabía, muy por encima de todo, sabía que eso estaba mal, sabía que Fiat no lo quería, era la adrenalina del momento, era la posición en la que se encontraban. No había otra explicación más que esa, dos cuerpos calientes que habían colisionado juntos y ahora se encontraban ahí. Leo quería parar, quería hacerse un lado, esa situación solo lo llevaría de caer por completo, a lastimarse a sí mismo teniéndolo efímeramente cuando él lo deseaba al completo. Quería detenerse, pero a la vez no lo quería hacer porque, justo ahora, ahí entre sus brazos sostenía todo lo que ha querido desde el principio.
Se separaban un segundo para tomar aire, pero no lo suficiente como para alejarse y salir huyendo del lugar, la línea ya se estaba borrando, no había un retorno después, sabía que todo estaba perdido. Fiat habló entre jadeos, la respiración errática en ambos le hacía sentir espasmos en el cuerpo. Ellos encajaban tan malditamente bien que dolía, joder, dolía demasiado.
—No tiene que significar nada— decía Fiat —. No tiene que cambiar nada después, pero Ai' Leo, tócame, tócame como si me amaras.
Las manos de Fiat recorrían su cuerpo, quería detenerse y detenerlo, quería gritarle que él lo amaba, que no fingiría porque el de verdad estaba enamorado, que toda su existencia era debido a él. Que le pertenecía. Pero no lo hizo, sucumbió ante el deseo que sentía en ese momento, sus manos tocaron los lugares que nunca pensó tocar y aun con la ropa puesta, los jadeos y gemidos que recibía a cambio de sus roces eran estremecedores. La ropa comenzó a ser incómoda, lo primero en desaparecer fue la camiseta de Leo dejando a Fiat con mucha piel que tocar.
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Tócame como si me amaras || LeoxFiat
FanfictionLeo lo sabía desde hace mucho, sabía que Fiat no podía ver más allá de su propia nariz, no podía darse cuenta de lo que el sentía por él. Su mejor amigo estaba más centrado en la tristeza y la desesperación que le provocó el enterarse que el Phi por...