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⊹.(๑´³'(⁎˃ᴗ˂⁎)˚. ⊹ # 𝐄𝐏𝐈𝐒𝐎𝐃𝐈𝐎 𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎 ─┄ֵֹ─┄ֵֹ┄ׅ─ está bien, todo está bien.
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──Es tu culpa.
Nagareboshi Kumo habla fuerte y claro, cruzada de brazos y dispuesta a no hacer nada al respecto.
Annie no pudo soportarlo y estalla en llanto, tal vez su hermana mayor tenía razón, era su culpa.
Aún así, con la vista nublada llevó rápidamente a Akarui al hospital más cercano. Era un gran problema guiarla si ella no veía, pero la voz de Kumo retumbaba una y otra vez en su cabeza, no la dejaba en paz.
──Onee-san, no entiendo por qué lloras.
La serena voz de su hermanita la sorprende, deteniéndose por un instante, giró su cabeza para notar como la menor estaba con leve confusión.
Se secó las lágrimas frunciendo su ceño, ella era la mayor, tenia que ser más fuerte.
Felizmente llegaron pronto a un hospital a pesar de ser la madrugada. La atendieron rápidamente debido a que notaron como el pañuelo que enrrollaba la herida estaba roja y con gotas de sangre derramando.
El recuerdo aún le carcome la cabeza, no sabe como en un parpadeo, la botella que debía reventar en su cabeza, se encontraba impactando en el brazo de la Nagareboshi menor.
La primera en hablar fue Kumo quien la culpó aún viendo la rabia de su madre que se sentía en toda la sala exigiendo más alcohol.
No tarda en vaciar la nevera, rompiendo algunos envases que Annie se encargaba de mantener en buen estado, sus gritos se ahogan y la notable furia en su rostro asustaba a todas.
Entendió que lo primero que debía hacer era atender a a menor herida. Algo que su madre no estaba dispuesta a hacer.
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Decide salir del hospital para refrescarse, respirar aire libre y dejar de lado esos murmullos de la gente ahí dentro.
Sin embargo las lágrimas vuelven a amenazar por salir de sus grandes ojos, el solo pensar en la herida que tenía su hermana menor le partía el alma.
Una vez ya calmada, trata de respirar con dificultad. Siente la presencia cercana de alguien, alza la vista y ve a los costados; se trataba de Saiki, en un estado de shock. Annie por su parte revolotea sus pestañas sin entender porqué él se encontraba a unos pocos metros de ella.
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ᅟᅟᅟ ᅟᅟᅟ ᅟᅟᅟ ᅟᅟᅟ
Era la primera vez que se levantaba en la madrugada por una visión.
Agotado, se sienta en su cama tratando de pensar y visualizar mejor lo que había soñado.
La protagonista del sueño era Annie, quien la veía llorando fuertemente afuera de un hospital, perdido su voz y cayendo al piso sin fuerzas en ninguna parte de su cuerpo.
El solo recordar la escena lo aterrorizaba por alguna razón, no tuvo momento de reaccionar y se teletransportó automáticamente al lugar donde sucedió los hechos. Pero no contaba con ver a la pequeña azabache a unos pocos pasos de él, sus ojos abiertos daban una vista notable que estaba llorando.
Decide acortar la distancia con pasos lentos, algo dentro de él le dice que ella necesita un soporte. La azabache hipnotizada por los ojos ajenos, no nota que se estaba acercando demasiado, solo atina a balbucear y mueve sus manos nerviosas tratando de alejarlo.
──¿Estás bien?
La pregunta la detuvo, ¿por qué su voz se escucha más cálida que las otras veces? ¿por qué su rostro no estaba vacío y sin emociones? Puede identificar un brillo en ellos que solo la reflejan. Tarda unos segundos pero su mirada es suficiente para Kusuo, no hay necesidad de palabras.
Annie en un ataque de nervios, termina con la cabeza agachada, rompiendo el contacto visual que llevaban por varios minutos. Sus pensamientos se alborotan como es de costumbre y empieza a ponerse ansiosa por la cercanía de otra persona.
No eran amigos íntimos, ni siquiera sabían si podrían llamarse amigos; pero en estos momentos la menor necesitaba un apoyo, y la mirada cálida que le dedica Saiki se siente como esas palabras de reconfort que rara vez está acostumbrada a oír. Acerca su cuerpo más y llega a recostar suavemente su cabeza en su hombro.
Un tacto suave y delicado es lo que puede sentir al segundo, su compañero la envuelve torpemente hasta él, quizás está incómodo pero Annie no tenía la dignidad de alzar su mirar para encontrar esos ojos morados.
No sabe que el cerebro del mayor acaba de reiniciarse.
Tarda en procesar a penas lo que estaba haciendo, porque según él: el contacto físico apesta.
Pero sentía su rostro arder, maldita sea.
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