Capítulo I.

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El niño del banquillo es mi amigo.

Prólogo...

Quisiera presentarme en otra oportunidad. Me encanta escribir, se ha vuelto un escape para mí, mientras otros huyen a través de las fiestas, las salidas y los amigos, yo escojo un lápiz y un papel. Claro está que solo escribo frases, poemas y cartas, solo que crear un libro basado en mi vida, es un reto. Enfocarme en empezar esto y después terminar, es mi mayor logro. Sacar todo esto retenido en mi, jamás contado, ni a mis familiares más cercanos, ahí viene lo complicado. Liberar la verdad de un secreto muy bien guardado. Ya vieron mi nombre, ya lo saben, pero lo que puedo asegurar es que ni se imaginan de lo que está hecho este material. Ni pueden alcanzar una idea siquiera de los que les voy a contar. Bienvenidos al libro que marcará una generación, que definirá un cambio y sobre todo que causará debates. Decidí escribir este libro para contarles una historia, si es real o es ficción sólo depende de que tan abierta sea su mente. Quisiera que se les haga una emocionante aventura. Te adelanto que si no crees en lo sobrenatural, no pierdas tu tiempo aquí, si no sabes de las diferentes cosas que rigen nuestro mundo, es mejor marcharse cariño. Porque lo que estoy a punto de narrar es lo más extraño y confuso que pudo pasar en la vida real.

***

El día era soleado y un poco caluroso. Los taxis blancos destacaban en las carreteras, los niños corrían de aquí para allá con globos en las manos, puesto que había un hombre en el centro del boulevard vendiendo globos de colores. En una parte había una pequeña niña de ojos azul eléctrico, la piel blanca y cremosa y el cabello tan negro como la noche. Corría emocionada pasando a su madre, estaba muy feliz ya que le comprarían el libro de dibujo que ella más quería. Era un libro de historias para niños, con dibujos que podían ser coloreados y al inicio y final de ese libro tenían bonitas pegatinas, su madre iba sonriendo sabiendo que la niña pondría los stickers por aquí y por allá. Unos por la nevera, otro en el microondas, varios en el cabezal de su cama... Lena era una niña feliz, inocente y llena de energía, tenía una madre responsable que la amaba, un padre amoroso y dedicado, pero ningún hermano para su tristeza. Siempre quiso un hermanito para no estar sola todo el tiempo, pero eso fue algo en lo que sus padres no pudieron complacerla.

Al llegar a la tienda y entrar, Lena visualizó cada libro de niño que habían, buscando el que la vez pasada había visto. Era una Fanática de Winnie Pooh lo cual esos eran los primeros libros que revisaba. Su madre por otro lado estaba buscando revistas de crucigramas para su esposo que tanto le gustaban.

La niña observo unos libros cerca de la ventana y la mirada se le perdió en un banquillo de afuera. Había un niño con una apariencia rara y algo deprimente. Era un niño de piel blanca como la tiza, cabello negro hasta más negro que el de la pequeña... Cargaba una bermuda café estilo ambigua y una camisa azul cielo. Sus ojos no se podían detallar para la niña, puesto que el niño tenía la cabeza gacha de la tristeza. "Que raro es ese niño" Pensó la niña.

En un momento su madre se acercó preguntándole que veía... La niña guardó silencio por una fracción de segundos embelesada, "A el niño, mami" dijo por fin la pequeña. "¿Niño? ¿Cual de tantos, Lena?" Preguntó su madre con curiosidad de que su hija viera tan embobada hacia afuera, muy chistosa la mirada perdida de la niña. Quien sea ese niño, tenía toda su atención.

"¿Por qué estará tan triste, mami?" Soltó la niña y eso confundió aún más a la madre, debido a que no veía a ningún niño triste, todos estaban jugando con globos, otros con helados y otros con juguetes nuevos. Era un día festivo y eso explicaba tantos niños con sus padres en el centro de la ciudad. "¿Ya encontraste tu libro?" Al escuchar la pregunta de su madre, pego un brinco y volvió a su búsqueda dejando atrás al niño del banquillo.

Julián Donde viven las historias. Descúbrelo ahora