Capítulo 2.

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-Cambiarás de residencia.

-¿Qué?- Pregunté sorprendida.- ¿A qué se refieren con eso?

-Lo mejor es que vayas a vivir con tu padre a San Francisco.- Dijo con voz dulce la mujer. Ahora si que enloquecieron. ¿Vivir con mi padre? No es que no nos relacionemos, sino que nunca he abandonado a mi madre y tampoco lo pienso hacer luego de su operación.- Sabemos que luego del transplante de tu madre las dos se unieron mucho más, pero es necesario un cambio. No podemos cometer errores y...

-¡Durante estos cinco años que he trabajado para ustedes no he cometido ningún error!- La interrumpí.- ¡Y a hora que he me equivocado levemente me castigan de la peor forma! ¿No creen que están dándole mucha importancia? ¡No fue nada más que un beso! - Si que estaba molesta. Esto era lo peor que podrían hacerme. Hace cinco años entregué mi vida por mi madre y juré nunca abandonarla. El corazón me latía rápido, mis manos comenzaron a temblar, acto que solo sucedía cuando estaba enojada. Solo una cosa rondaba por mi cabeza: Abandonaría a mi madre y me iría a San Francisco.

-No siempre las cosas son como uno espera.-Contestó secamente Anael.- Cuando viajes a ver a tu padre te llevarás todas tus pertenencias y comenzarás una nueva vida allá. No te estamos pidiendo tu aprobación, es una orden.

-Para ser ángeles del amor son bastante fastidiosos.-Comenté en voz baja. Inmediatamente recordé que mi vuelo a la casa de mi padre era mañana.- Esperen, no puedo irme mañana. Mi mamá volverá dentro de tres semanas. No puedo abandonarla mientras está lejos de casa. ¡Eso la mataría!- Nadie me contestó.-¿Me dirán algo?- Mierda. ¿Qué se supone que haré?

Segundos después escuché niños jugando en el parque y el sonido del tráfico. El contacto con los de arriba se había acabado. Di vueltas a mi alrededor y no noté nada extraño , excepto el hecho de que Eros no estaba por ahí. Levemente una brisa helada revolvió mi pelo, me crucé de brazos tratando de entrar en calor. Se acercaba el otoño. Caminé con dirección a mi casa hasta que escuché que alguien me llamaba, me di media vuelta y vi a Eros acercándose rápidamente a mi.

-¡Gracias al cielo que te encontré!- Exclamó con una sonrisa fingida.- Lamento haber sido tan seco contigo, sé que no era tu intención causar problemas. Pero bueno, al menos no llegaron los de arriba.-Tomó aire y siguió:- ¿Qué tal si vamos a comprar algún café? Me estoy muriendo de frío.

-Espera, espera.-Dije luego de unos segundos.-¿Cómo que no llegaron los de arriba?¡Estuve más de diez minutos hablando con ellos! Y tú fuiste el que me hizo venir.

-¿Yo?-Preguntó sorprendido.- Dios, Dara, acabamos de... Emm.. Besarnos, ibas camino a tu casa y yo te seguí. Creí que no te alcanzaría pero...-Se detuvo de golpe, luego su cara se iluminó y sonrió levemente.-Si que saben hacer su trabajo.

-¿De qué demonios estás hablando?

-Supongo que hicieron algún tipo de espacio tiempo paralelo a este, en el cuál te encerraron, por así decirlo.-Se rió. Ahora si que enloqueció. Esas cosas solo pasan en películas. Me miró y se llevó una mano a su cabello.- Te sorprenderían las cosas que pueden hacer los de arriba.

Habían pasado casi cinco horas de mi encuentro con los de arriba y hace unos diez minutos había comprendido el estado de la situación. Había hablado con Anael, encargado del amor universal, es decir, con el "jefe" de Eros. Si llegué a hablar con él es porque consideraron que fue un grave error el que cometí. ¿Habrán castigado a Eros también? ¿Habrá sido peor que el mío? Decidí dejar de pensar en eso y empezar a buscar la forma de decirle a mi mamá que la abandonaría. Subí a mi cuarto, conecté mi iPod al parlante y coloqué música. Comenzó a sonar Alive de Pearl Jam, la canción favorita de mi papá. Me di media vuelta y observé mi habitación, un espacio que había sido mío desde que tengo memoria. El lugar estaba lleno de recuerdos: la esquina donde mi mesa de té se encontraba a mis cinco años, la ventana por la que me escapé a los trece mientras estaba castigada, el mural que estaba lleno de fotos de mis amigas, pero que luego desaparecieron debido al dolor que me generaba verlas. Suspiré. Amaba este lugar y definitivamente no quería abandonarlo. Mi celular vibró dentro de mi bolsillo, lo saqué, era un mensaje de mi mamá: Cariño, acabo de llegar a Phoenix, estoy agotada. Espero que estés preparando tu maleta para San Francisco. Tu padre me llamó, está entusiasmado por verte. Te llamaré por la mañana. Te amo. Cerré el mensaje y tiré mi celular a la cama. Me agarré el pelo en una cola y comencé a guardar mis cosas. Ya tenía un plan.

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⏰ Última actualización: Feb 11, 2015 ⏰

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Darachiel - El amor por sobre el trabajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora