|Capítulo Dos|El sol brillaba en su mayor explendor, a estas horas del día el sol se encontraba en lo más alto del lindo cielo azul.
Jimin suspiró agotado, llevó su antebrazo a su frente tratando así de limpiar el sudor que caía por su frente. Todo en él estaba caliente, desde las puntas de sus pies ocultas tras sus grandes botas, que le quedaban grandes cabe aclarar, hasta su cabello en cual una parte de su flequillo se pegaba a su frente. El rubio estaba harto de eso, era un trabajo agotador, era un trabajo de alfas.
Fue en ese momento que Jimin encontró injusta la ley de Omegas.
Pero no podía hacer nada, solo suspirar y quejarse entre murmuros para no ser escuchado reclamando por los demás alfas que se encontraban. Al rededor de dos horas, el rubio ya había acabado de recolectar las verduras en sus respectivos baldes, viendo con satisfacción su trabajo ya hecho, giró sobre sus talones para observar un poco a la lejanía el bosque que rodeaba al pueblo, Jimin dio una profunda respiración sintiendose al fin en paz.
Un fuerte ruido lo hizo girar, su cara se desfiguró al ver los tomates y maíces regados por el piso. Jimin quiso llorar.
— ¿Pero que mierda te pasa? — preguntó irritado y él ceño fruncido— ¡Maldita sea! ¿¡Porqué lo hiciste Lee!?
El Omega observó con odio el rostro divertido del Alfa, sus ganas de llorar incrementaron cuando observó a los demás Alfas y Omegas que se encontraban alrededor reír. Jimin sintió un fuego crecer en su pecho, una opresión que quería liberar, odiaba ser siempre el punto de burlas de la manada, que todos se aprovecharan y lo hicieran sentir como un ser repugnante. Harto de todo, Jimin estaba dispuesto a acabar con todo esto de una vez por todas, no lo pensó dos veces cuando su puño cerrado fue a impactar contra el rostro de Mark.
Las risas cesaron y el rubio pudo observar el cambio de ambiente, a su pequeña nariz le llegaron feromonas que irradiaban los otros Alfas ante su acto, los observó y pudo notar que lo asesinaban una y mil veces con la mirada, mientras los pocos Omegas que se encontraban lo miraban con los ojos abiertos. Mark quién traía la cara volteada se giró hacia su dirección, Jimin tuvo miedo. Su Omega se sintió en peligro y le gritaba una cosa.
¡Huye!
Pero su cuerpo no reaccionó, se quedó parado en su lugar, por una parte estaba su miedo que no lo dejaba reaccionar y luego el pequeño bichito de orgullo que le ordenaba mantener la frente en el alto, no era quien para acobardarse.
El Omega pudo observar como Mark se reía entre dientes, negando con la cabeza y chasquiando con su boca, cuando menos lo esperó estaba siendo sostenido por el cuello por el Alfa, Jimin pudo sentir como le faltó el aire, sentía a sus pulmones rogando por un poco de oxígeno, tratando de safarse del agarre empezó a golpear los brazos del pelinegro.
Mark al ver que el rostro del Omega cambiaba de tono, se deshizo del agarre arrojando al rubio hacia la tierra del campo, Jimin cayó de golpe al piso, empezó a toser forzando a su garganta que le generaba un dolor horrible. Le costó algunos minutos recuperarse, no dudó en observar al Alfa con odio y repulsión, trató de levantarse pero un fuerte golpe en su pómulo derecho lo dirigió de nuevo al piso.
Un salado sabor le llegó a sus labios, su boca estaba sangrando.
— ¿Quién te crees para tratarme así? ¿Eh? — preguntó Mark con un tono claro de molestia, el Omega sintió sus ojos picar— Responde
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𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐀𝐃𝐎𝐒 - 𝐊𝐨𝐨𝐤𝐦𝐢𝐧
FanficJimin había pasado toda su vida siendo fiel creyente de las parejas destinadas, añoraba conocer al Alfa que lo reclamara como suyo, que lo tratara como si fuese lo más importante en la vida, que lo mimara y amara con todo su corazón, sin embargo con...