Capítulo 15

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Volvieron hablando animadamente. Por alguna extraña razón preferían hablar hasta del color de un sapo antes que quedarse callados. Se detuvieron frente a la casa. Piero la bajó con cuidado y luego se bajó él. _______ se giró a verlo.

—Muchas gracias por el paseo —le sonrió.
—No es nada. 

Ella se acercó a la puerta para ingresar a la casa, y se detuvo al ver que Piero no la seguía para entrar.

—¿Qué pasa? —le preguntó.
—Los peones no entramos por la puerta principal —dijo él. Ella lo miró bien.
—¿Por qué? —quiso saber.
—Porque somos empleados y entramos por la cocina.

Ella lo miró espantada. Eso era horrible.

—No quiero que vuelvas a decir eso —le dijo —Ustedes no son ladrones para entrar por atrás.
—Pero…
—Pero nada, Piero. Es una orden. 

Él sonrió por lo bajo. Ella siempre había sido así de justa. Para ella todos eran iguales y nadie era mejor que nadie. Soltó un suspiro.

—Está bien, entremos.

Ingresaron y casi toda la casa estaba en un completo silencio.

—¿Dónde estarán todos? —preguntó la morena.
—¿Durmiendo? —inquirió Piero. Ella sonrió.
—Debe ser eso —asintió —¿Vamos a tomar un té?
—Mmm, no lo sé…
—Vamos, Salvaje, solo un té. Por los viejos tiempos.

Ella le había puesto su mejor cara de perrito mojado, y eso lo estaba matando lentamente. Trato de calmar a su acelerado corazón.

—Bueno, vamos.

_______ dio un par de saltitos contenta y en un impulso se acercó a él para abrazarlo. Piero, algo asombrado, la envolvió. Y se quedaron así, abrazados y sintiéndose muy tontos. Luego de unos cuantos segundos ella se alejó algo avergonzada. 

—Lo siento —se disculpó. 

—No tienes por qué —aseguró Piero. 

Entraron a la cocina y _______ se dirigió a las hornallas, mientras que Piero tomaba asiento cerca de la mesada. Se quedó observándola. ¿Podía ser más hermosa? Seguramente si. Entonces a su mente vino la charla que ella había tenido en la tarde con ese tal… Ashton. ¿Debería preguntarle? Un nudo se le formó en medio del estómago. No podía tolerar la idea de _______ con otro hombre. Le daba rabia la idea. 

—Oye, te gané una carrera, y el lavado de los caballos —comentó ella mientras buscaba té en una de las cajoneras de la cocina —¿No crees que me debes algo por eso? —indagó y lo miró sobre su hombro con una sonrisita de autosuficiencia. 

Piero sonrió divertido y luego alzó una de sus espesas cejas. Ella se ruborizó y volteó, para seguir buscando el té.

—Y ¿se puede saber qué es lo que te debo? —inquirió.

Saltó de la mesada sigilosamente y se posicionó detrás de ella. Cuando _______ al fin dio con el té, volteó y se sobresaltó al encontrar el gran cuerpo de Piero frente a ella. Abrió la boca, aunque incapaz de emitir palabra. Él se acercó un poco más.

Por dios, ¡¿qué había entendido?! O, ¿¡qué había insinuado ella!? Se ruborizó de sobremanera, y la respiración se le agitó al sentir como Piero se acercaba lentamente a ella. 

Él no podía dejar de mirarla a los ojos, esos ojos profundos de color chocolate que siempre lo habían cautivado. Pero, inevitablemente, su mirada miel bajó hasta los labios de la morena. Esos carnosos labios que había probado por primera vez cuando tenía 13 años. Y que quería volver a probarlos, justo ahora. 

| amor salvaje | ❀ piero baroneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora