Piero suspiró y se sentó lentamente en su cama. Levantó la mirada para observarla. Ella tenía cara de enojada, preocupada, enojada de nuevo. Era hora de que él le aclarara un poco la situación en la que se encontraba su corazón en ese momento. No quería seguir mintiéndole y mucho menos hacerla sufrir.
—¿Quieres sentarte? —le dijo. Evangelina, se sentó frente a él sin decir nada —¿Por qué entraste así a la habitación de la señorita _______?
—¿Ahora es señorita _______? —le preguntó ella —Creo que no tienes derecho en recriminarme nada, Piero. Yo soy la ofendida aquí… ¿Qué diablos hacías en su cuarto?
—Ella solo me estaba cuidando…
—Para eso estoy yo, Piero.
—¿Y dónde estabas entonces? —quiso saber.
—Tu madre me echó como un perro anoche…
—¿Qué? —preguntó sin poder creerlo.
—Si, no sé que le sucede. Pero desde que esa estirada está aquí tu madre ya no es la misma. Antes por lo menos me trataba bien.
—Creo que estás exagerando, Evangelina.
—No son exageraciones, Piero —aseguró —Todo ha cambiado desde que ella está aquí. Y no me gusta la manera en la que te mira…
—Evangelina, voy a ser franco contigo —le dijo. Ella se tensó —Estoy confundido. Y necesito que nos tomemos un tiempo.
—¿Un tiempo? —inquirió ella.
—Sé que está pasando de la nada, Evangelina —asintió él —Pero no quiero seguir mintiéndote.
—No quiero escucharte —dijo ella y se puso de pie —Debes estar solo asombrado por ella, nada más. ¿Acaso crees que la hija de un importante empresario se fijaría en un simple peón como tú? Eso solo pasa en las novelas, Piero…
—No se trata de eso, Evangelina —dijo él sin mirarla.
Sabía que él no tenía muchas cosas para ofrecerle a _______. Sabía que no era su mejor opción. Pero no podía simplemente ignorar a su corazón.
—¿Entonces que es? —quiso saber ella. Él no le contesto —Mi amor, voy a irme a casa y mañana volveré para que veas que solo estás… cometiendo un error.
—Pero…Ella se acercó a él y lo besó en los labios, impidiéndole hablar. Se alejó de él y salió de la habitación. Piero suspiró y se dejó caer en la cama, su mirada quedó clavada en el techo. Aquello no podía ser peor. No podía.
Tal vez Evangelina tenía razón y aquello que le estaba sucediendo era algo completamente pasajero. Solo una ilusión. Pero entonces recordó la sensación de ella arrodillada frente a él, le había traído el desayuno y lo había estado cuidando. Aun no tenía del todo claro como era que fue a parar a su cuarto. Pero la sensación de saber que ella había estado con él toda la noche le llenó el corazón.
Volvió a suspirar y sonrió. Ojala todo fuera más fácil. Ojala solo pudiera decirle todo lo que le pasaba y lo que ella le hacía sentir. Si eso pasaba todo iba a ser mucho más fácil. Pero por ahora no podía…
Cuatro días pasaron rápidamente y la mejoría de Piero era cada vez más notoria. Lo que también era notorio era el cambio de _______. Si, era como siempre. Pero Piero intuía que había algo más. Ella simplemente estaba bastante rara y él no lograba encontrar el motivo. Y lo más extraño de todo era el constante sueño que él tenía. Siempre era el mismo. Él entraba a su cuarto, le decía varias cosas y luego la besaba. Siempre se despertaba a mitad del beso, con el corazón acelerado y algo agitado.
Lo raro de ese sueño era lo real que él lo sentía. Era como si de verdad hubiese pasado y simplemente estaba guardado en su cabeza.
Las cosas con Evangelina estaban… no sabía como decirlo. Ella evadía constantemente todo lo que él le quería decir. Simplemente no podía más con eso.
—¿En qué piensas, tonto? —le preguntó Ignazio acercándose a él.
Ya era tarde, el sol se estaba ocultando. El calor del verano era devastador cerca del medio día. Por eso mismo Piero había decidido esperar hasta que el sol bajara para salir a trabajar un poco.
Aun no tenía el permiso médico para hacerlo del todo. Pero de a poco se iba sintiendo mejor, así que creía que ya no era necesario esperar.
—En nada, ¿Por qué? —quiso saber mientras acariciaba el lomo de White.
—Porque tienes cara de *******, ¿estás pensando en _______?
—Es: señorita _______, para ti, confianzudo —le dijo mirándolo amenazantemente.
Ignazio rió quedamente.
—Oye, no me dijiste que le diste una paliza a Federico Montoya el otro día, ¿Por qué?
—¿Por qué debería decírtelo? —le preguntó sin mirarlo.
—Dicen varios peones que su ojo derecho quedó completamente negro —rió divertido y palmeó la espalda de Piero —Te juro que me hubiese gustado verte, dándole su merecido. ¿Por qué le pegaste?
—Se había propasado con _______ —le contó.
—Es muy cómico como cambia tu mirada cuando dices: _______…Piero lo miró sobre su hombro.
—¿Qué es lo que quieres? —quiso saber —¿Por qué estás molestándome?
—Iba a contarte algo de la ‘señorita’, pero ahora no sé si hacerlo.Piero lo miró curioso.
—¿Qué cosa? —inquirió. Ignazio sonrió.
—Ooooh, te atrapé, primo. Te mueres por saber.
—Y si te haces el interesante claro que voy a querer saberlo. Ahora anda, dime ¿Qué pasó?
—Bien, te lo diré por qué soy un buen primo y no me hago rogar —sonrió. Piero lo apuró a que hablara —Tranquilo, te lo diré. Estaba pasando por la cocina cuando escuché a dos personas hablando. Esas dos personas eran Matt y ______. Hablaban casi por lo bajo, pero logré escucharlos perfectamente.
—¿Y de qué hablaban? —preguntó ansioso.
—Bien, ellos…
—¿Hasta cuando piensas guardártelo, _______? —le preguntó Matt.Ella se giró a verlo con un vaso de jugo en la mano.
—No se lo diré, Matt —le dijo ella.
—¿Por qué no? Tienes que decírselo. Él tiene todo el derecho del mundo de saberlo.
—Por dios, Mattie, fue solo un beso. nada más… él no lo recuerda. Mejor para ambos… él tiene una novia. Y creo que la ama.
—Si, por eso te besó y te dijo que estabas metida en su cabeza todo el día, ¿cierto? No ama realmente a esa muchacha.
—¿Y tú que sabes? ¿Eres Dios acaso? —preguntó.
—¿Entonces dime por qué llamaste a Ashton y lo mandaste al demonio? —dijo.
—Porque me atendió Mindy, la muy perra estaba en su departamento —rió entre divertida y decepcionada —Solo por eso…
—Y también porque sientes cosas por el bombón campestre.
—¿Y qué quieres que haga? ¿Qué vaya corriendo hacia él, me le tire encima y le diga: Piero me besaste la otra noche que estabas Ardiendo en fiebre y desde entonces no puedo sacarte de mi corazón? Eso es demasiado irreal, Matt. Demasiado novelesco.
—Pues deberías, deberías decirle eso…Piero se quedó quieto en su lugar, procesando todo lo que Ignazio le acababa de decir. Entonces dejó las cosas del caballo a un lado y salió de allí rápidamente, dejando a su primo completamente atónito.
Podría decirse que comenzó a correr hacia la casa. Ella le debía muchas explicaciones. Principalmente la del beso. ¿Por qué no le había dicho la verdad? Casi sonrió. No era un sueño constante. De verdad había pasado. La había besado.
Llegó a la casa y entró.
—________—la llamó mientras entraba a la cocina. No había nadie allí. Salió y entonces la divisó bajando las escaleras. Ella sonrió algo nerviosa.
—Hola —lo saludó.
—Tenemos que hablar —le dijo. Ella se tensó.
—¿Hablar? —inquirió.
—Si, hablar —asintió mientras se acercaba a ella.
—¿De qué? —quiso saber. Su corazón había comenzado a latir precipitosamente apenas lo había visto. Y ahora que él tenía aquella mirada ansiosa aún más.
—De nuestro beso —dijo. Ella abrió la boca pero la cerró al instante.
—Yo… no… no sé de qué estás hablando, Piero —murmuró nerviosa.
—Si que lo sabes —aseguró y dio un paso más, teniéndola completamente cerca. Sus miradas fijas —Sabes perfectamente que te besé la otra noche…
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| amor salvaje | ❀ piero barone
RomanceSinopsis. Un amor que nació en la infancia. Un amor que la distancia separó. ¿Será verdad esa frase de "la distancia significa muy poco cuando alguien significa mucho"? #10 ilvolovers #101 pierobarone #207 ilvolo