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Taehyung colocó el café en un costado y los tostados en otro, haciendo que en la bandeja queden equilibrados y ordenados. Agarró todo y se lo llevó a la mesa donde Jimin estaba, el cual tenía la mirada puesta en el celular.

- Ahí tenés tu pedido - dijo, dejando todo en la mesa, con una cálida sonrisa.

- Gracias, Taehyung - respondió de la misma manera.

- No es nada - asintió cortes y volvió a detrás del mostrador.

Desde ahí, mientras limpiaba (otra vez) y guardaba las cosas (otra vez) lo veía mirar su celular y reírse. Involuntariamente sonrió, ese omega era precioso, y definitivamente su olor quedó grabado en su memoria. No sabía si lo volvería a ver, quizás no. Pero ese olor jamás lo olvidaría.

En la mesa, Jimin no estaba haciendo nada interesante. Se reía despacito de cosas que leía o veía en Instagram y Twitter. Se aburría un poco solo, pero no es como quisiera tener que estar ahí. Es decir, no le molestaba salir de su casa mientras sea voluntariamente, pero no era el caso.

La comida estaba riquísima, esa era otra razón para comer despacio, no quería que se termine. La primera era para hacer tiempo y la última... Era porque el alfa del mostrador era precioso. Había caído con esos ojos y ese olor, y sinceramente lo gustaría seguir teniendo contacto con él, pero aparecer todos los días en la cafetería no era una opción. Así que...

Bueno, ésto era nuevo para él. Jamás lo había hecho, es decir, era bastante tímido y se veía incapaz de una cosa semejante pero, ya que no era tan arriesgado, lo hizo.

Suspiró, mirando el dinero en sus manos y tomó un lápiz de su mochila. Escribió los dígitos, y dejó la plata bajo el plato, esperando que no sea tan mala idea, que al menos resultara.

Se levantó de su lugar, agarrando sus cosas mientras se aseguraba que era una hora decente para volver a su casa, y giró su mirada al muchacho de rizos que estaba de espaldas, limpiando una máquina.

- Buenas noches - exclamó, tratando de no lucir nervioso o tentado por el fuerte aroma del alfa.

- Buenas noches, Jimin - respondió él dándose la vuelta, con una dulce sonrisa de lado .

Se despidió con la mano, y con pasos torpes salió del local. El rizado se maldijo internamente por mirarle el culo y las piernas al chico, pero es que era inevitable. Eran para morirse.

A paso pesado, se acercó a la mesa y levantó todo, chequeando el dinero que Jimin había dejado. Volvió a mirar el billete de $50 pensando que había visto mal, pero no. Escrito con una bonita letra y en grafito, decía: "Si querés, hablame, 158 983701, Jimin xx". Sonrió mordiéndose el labio, anotó el número en su celular, y después juntó la mesa.

Definitivamente iba a hablarle.

Para cuando se hicieron las diez de la noche, el rizado volvió a su departamento solo, pero ésta vez, en lugar de tirarse en su cama a ver películas y sufrir por su soledad como solía hacerlo, se lanzó a teclear su teléfono esperando que, cierto ojiazul de dulce olor, responda.

Y, en su casa, ese ojiazul esperaba que aquel rizado de hermosa sonrisa y olor atrapante haya leído su nota, que haya considerado medianamente hablarle y que, como último deseo, lo haga.

Todo ésto mientras ayudaba a yoongi a limpiar el desastre que había dejado cuando llegó.

- Al pedo limpio a la mañana, yoongi. La puta madre - se quejó pasando un escobillon.

- Perdón, no es mi culpa... - se mordió el labio - en gran parte.

Pero el sonido de su celular tintineando lo sacó de la atmósfera risueña con su mejor amigo, invitándolo a sonreír con mejillas rojas cuando un mensaje entró.

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⏰ Última actualización: Apr 30, 2021 ⏰

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