(EN CORRECCIÓN)
Las personas correctas son los únicos que te hacen cambiar.
Hannah Potter, quien es conocida como la niña que tuvo suerte al sobrevivir junto a su hermano, Harry Potter, cuando intentaron asesinarlos. Ambos recibirán la noticia de...
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Narrador.
El día siguiente amaneció igual de plomizo y lluvioso que el anterior, con gruesas gotas de agua que golpeaban las ventanas del castillo y el cielo cubierto de nubes grisáceas que parecían extenderse hasta el infinito.
Hannah se levantó un poco más animada que la mañana anterior, pero todavía arrastraba una ligera molestia debido al comportamiento extraño de Harry. Por más que intentaba comprenderlo, no podía quitarse de la cabeza su actitud evasiva y los silencios incómodos que habían marcado sus últimas conversaciones. Aquello no era propio de él.
Al bajar al Gran Comedor, Hannah notó que el ambiente era algo apagado, con menos estudiantes de lo habitual charlando animadamente. Tal vez el mal tiempo había logrado contagiarles su pesadez.
En la mesa de los profesores, la ausencia de Hagrid era notable. Su gran figura, siempre destacando entre el resto, no estaba presente, y aquello generaba cierta inquietud en los alumnos que lo apreciaban. Hannah no pudo evitar lanzar una mirada fugaz hasta que se encontró con sus amigos a lo lejos.
— ¿Dónde estará Hagrid? —murmuró Hannah en voz baja mientras se sentaba junto a Ron y Hermione.
—Ni idea —respondió Hermione, preocupada—. Lleva días sin aparecer, y eso no es normal.
Mientras tanto, Ron, como de costumbre, intentando no dormirse.
—La única ventaja es que hoy no tenemos a Snape —comentó con un tono ligero, acompañando, Hannah esbozó una sonrisa ligera ante el comentario de Ron.
Hermione dio un gran bostezo y se sirvió una taza de café. Parecía contenta, y cuando Hannah y Ron le preguntaron de qué se alegraba tanto, ella se limitó a decir:
—Los gorros ya no están. A lo mejor resulta que los elfos domésticos quieren ser libres.
—Yo no estaría tan seguro —replicó Ron, cortante—. Quizá no podamos considerarlos prendas de vestir. Yo jamás habría dicho que eran gorros, más bien parecían vejigas lanudas.
Hermione no le dirigió la palabra en toda la mañana.
Después de una clase doble de Encantamientos tuvieron también dos horas de Transformaciones. El profesor Flitwick y la profesora McGonagall dedicaron el primer cuarto de hora de sus clases a sermonear a los alumnos sobre la importancia de los TIMOS.
—Lo que se deben recordar —dijo el profesor Flitwick, un mago bajito con voz de pito, encaramado, como siempre, en un montón de libros para poder ver a sus alumnos por encima de la superficie de su mesa— es que estos exámenes pueden influir en sus vidas en los años venideros. Si todavía no se han planteado seriamente qué carrera quieren hacer, éste es el momento. Mientras tanto, ¡me temo que tendremos que trabajar más que nunca para asegurarnos de que todos ustedes rindan a la altura de su capacidad en el examen!