chapter seven.

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CAPITULO SIETE.

Noviembre se asentó sobre los campos de Escocia, trayendo consigo sus tormentas y lluvias. El cielo se encendió cuando un rayo lo atravesó, seguido por el imperioso sonido de un trueno. El viento golpeó las ventanas del castillo, haciéndolas temblar por su fuerza.

Un sentimiento desconocido se apoderó de Varya cuando escuchó el silbido del viento, aunque no indescriptible, y acercó las rodillas a su pecho.

Desde una de las ventanas de la torre este, vio cómo el sol se desvanecía lentamente en el horizonte. Su respiración era algo inestable debido a que había subido innumerables escaleras, y se tomó un minuto para calmar su corazón palpitante.

Durante el último mes, su estatura se había reducido, las mejillas sobresalían y los ojos tenían un tinte rojizo. Su cansancio se apoderó de la mayor parte del día, y no importaba lo que hiciera, no podía concentrarse por completo.

Cuando el reloj se acercaba a la medianoche, se preguntó si la clase de astronomía duraría más de lo esperado. Varya esperaba que su maestra se diera cuenta de su estado debilitado y la enviara a la enfermería, que había evitado meticulosamente.

Ella culpó a su naturaleza por ello, estaba demasiado estresada, ya que se había estado puliendo para estar por delante en la mayoría de sus clases. La chica estaba asombrada por su falta de resistencia, ya que no encontraba desafiante el plan de estudios de Hogwarts, sin embargo, se derrumbó como la ceniza en la punta de un cigarro, convirtiéndose en polvo fino y dejando que el céfiro hiciera lo que necesitara de ella.

Cada movimiento era tambaleante, torpe, y sus pulmones se contrajeron como si las venas se hubieran arraigado adentro, sofocando sus alvéolos.

—Te ves bastante fuera de lugar. —dijo Ren Rosier mientras se acercaba a ella, con un libro de texto en la mano. Varya soltó un pequeño gemido como respuesta, sin molestarse en mirarlo.

Una vez que la campana dio la medianoche, ambos se dirigieron a su clase. Se había lanzado un hechizo sobre sus cabezas, protegiéndolos de la ira del clima. Sin embargo, el cielo era apenas visible, nubes tormentosas cubrían la mayor parte. Su maestra, una mujer robusta con menos destreza que una Sasquatch, pareció disgustada por esto.

—Supongo que hoy repasaremos las constelaciones. —dijo—Se suponía que debíamos estudiar el estado de ánimo de Júpiter. ¡Ah, y le dije a Armando que mover la clase de quinto año a la medianoche no era buena idea!

Varya aprovechó esto como una oportunidad para sentarse y relajarse contra una de las paredes de la Torre, con la cabeza cayendo de rodillas. Tenía la esperanza de que la clase se cancelara, pero su maestra se negó a hacerlo.

—¿Una semana difícil, entonces?—preguntó Ren mientras se sentaba a su lado, sacando uno de sus gráficos—Maldito tiempo, la profesora debería dejarnos salir temprano.

—¿Crees que podría pedirle que me deje ir temprano?—Varya se encogió ante su voz que sonaba tan ronca, como si se le hubiera agotado el suministro de vida.

—Buena suerte con eso, a tantos estudiantes le aburre su clase y usan pretextos para retirarse asi que ya no los cree. —se rió, garabateando las respuestas con su pluma rápidamente.

—Esa es la constelación de Acuario. —señaló Varya débilmente.

Ren se volvió hacia ella, —Por supuesto. —murmuró y cortó su respuesta con una línea vertical—He oído que eres bastante erudita, que a los profesores les has gustado. ¿Has recibido una invitación para el Slug Club?

Varya frunció el ceño, no estaba familiarizada con el nombre, ganándose la risa del chico de pelo rizado. Sus hoyuelos sobresalieron, y la chica se sorprendió al ver a uno de los hombres de Riddle ser tan expresivo.

the seven devils, 𝙩𝙤𝙢 𝙧𝙞𝙙𝙙𝙡𝙚. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora