Parte 3

451 48 15
                                    

((*~:*~:*~:*))

Itachi vendaba torpemente su mano herida. Sasori, que lo observaba a un lado, le arrebató el vendaje. Sin ninguna delicadeza, le sujetó la mano y la acercó. El Uchiha no hizo mueca alguna, pese a que tenía razones de sobra.

El pelirrojo terminó de cubrir la herida no mucho tiempo después, pero aun entonces, no le soltó; veía atentamente que la tela blanca ya estaba manchada de carmín. Con lentitud, Itachi retiró su mano.

—Gracias —musitó, quedito. Sasori le observó con el ceño fruncido.

—¿En qué sentido? —Preguntó, captando la atención del otro—. ¿En qué sentido eres diferente a nosotros?

El moreno se quedó en silencio un momento.

—No puedo decírtelo.

Sasori bufó una palabrota y regresó su atención al mar. El sol ya estaba saliendo por el horizonte e iluminaba tenuemente a ambos, proyectando sombras detrás de ellos. El pelirrojo meditó acerca de Itachi y entonces se dio cuenta que durante años había recogido información detallada del Uchiha; a pesar cuánto alegaba que le traía sin cuidado, aquel odio hacia Itachi le obligó a analizar cada una de sus acciones. Itachi no era un asesino a sangre fría y de hecho, dudaba que luego de su clan, hubiera matado a alguien. Kisame ya lo había dicho en una ocasión.

—Eres muy ingenuo si crees que tu sacrificio valdrá la pena —susurró, observándole—. Si Akatsuki no te descubre antes… tu hermano dará contigo. ¿Y entonces, qué?

Itachi sonrió. Parecía que se liberaba de una carga muy pesada. Es como si esperara que Sasori lo delatara con Pein…, pero no lo iba a hacer.

—Él decidirá. De todos modos —la sonrisa se amplió—, ya no me queda mucho tiempo.

Sasori sintió que el corazón le daba un vuelco, doloroso.

Hubo un silencio pesado entre ambos.

—¿Por qué me estás confesando esto a mí? Deberías odiarme…

—No te odio en absoluto. No te entiendo bien, y eso es otra cosa —se encoge de hombros—. El líder dijo que irían tras el Shukaku. Ese chico, Sabaku no Gaara, vive en la Arena.

Sí, Sasori ya tenía esa información. El nuevo Kazekage.

—La Arena me da lo mismo.

De nuevo, estaba mintiendo.

Itachi se volteó hacia él, con pinta de que había muchas cosas que deseaba hablar. Sasori hizo como que no se daba cuenta.

—Tu vida pende de un hilo muy delgado, Sasori —dijo, con un exceso de confianza—. No estoy seguro de que realmente seas tan indiferente a la Arena como dices.

—¿Eso qué importa?

El Uchiha le sujetó de la barbilla y lo obligó a encararlo.

—Te amo.

Y de pronto, los labios del Uchiha se posaron en los suyos. No sintió absolutamente nada, más que genuina sorpresa y algo más de escándalo. El corazón le palpitó con una fuerza avasallante que hizo que su mundo girara como un carrusel. El rostro mancillado de Itachi estaba ahora muy tranquilo.

Cuando se separó de él, Sasori tenía los ojos abiertos de par en par.

Itachi se puso de pie.

—Si nos volvemos a ver… —musitó—, responde a esto: ¿Me dejarías entrar a tu vida y salvarte?

El pelirrojo abrió y cerró la boca, de nuevo sin articular sonido alguno. Itachi se volvió de espaldas, sin despedirse, regresó a la linde del bosque.

Sasori lo siguió con la mirada, incrédulo, seguro de que todo se había tratado de un sueño.

Se tocó los labios con la mano. No sentía nada… pero su corazón estaba tan absurdamente feliz.

No tardó mucho en levantarse, corrió hacia el bosque. Encontró a Itachi yendo hacia la cueva Akatsuki y apresuró el paso. Itachi, al oírlo, se volvió.

Sasori lo atrapó entre sus brazos, rodeando su cuello y obligándolo a inclinarse para besarlo.

Ahí estaba de nuevo, el rastro de vida y esperanza. Su corazón latiendo cálidamente mientras Itachi le sujetaba de la cintura y lo atraía contra sí.

El pelirrojo deseaba pasar la eternidad de esa manera, pero no se atrevía a pedírselo. Sabía que únicamente conseguiría decepción.

Cuando se separaron, el pelirrojo dejó caer los brazos a los costados.

—Ya lo hiciste. —Hizo una pausa—. Lamento no poder regresarte el favor. Desearía sujetarme más fuerte de tu mano, caminar a tu lado y quedarme en un muy bien fingido paraíso, pero ambos sabemos que tu corazón no puede sostener el mío.

No sabía cómo Itachi podría haber amado a una cosa como él. Itachi era demasiado bueno.

Al menos, cuando muriera —tarde o temprano—, habría recuperado un poco de su felicidad, de su humanidad y su alma. Al menos, se habría despedido.

FIN.

LONELINESS  [Itasaso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora