quince: reencuentro

309 33 4
                                    

Salí precipitadamente del bar, y ya había recorrido un buen trecho de calle cuando oí gritar a mis espaldas:

—¡Potter!

Me quedé paralizado al oírlo de nuevo. Luego, completamente incrédulo, me volví. Y mientras estaba ahí parado, todavía incapaz de creerlo, viendo parar a la gente a ambos lados de nosotros, él se rió y se abalanzó sobre mí para arrojarme sus brazos al cuello.

—Boris— cejas negras apuntadas, ojos negros risueños. Más alto y con las mejillas más hundidas, llevaba un abrigo negro largo y tenía la misma vieja cicatriz encima del ojo y unas cuantas más nuevas —. Vaya.

Me apartó agarrándome con los brazos extendidos.

—¡Ja! ¡Mírate! Cuánto tiempo, ¿No?

—Yo...— estaba perplejo para hablar —. ¿Que haces aquí?

—Eso debería preguntarte yo a ti— se distanció un paso para echarme un vistazo, luego señaló a la calle como si le perteneciera —.¿Que estás haciendo aquí? ¿A qué debo la sorpresa?

—¿Cómo?

—¡Pase por tu tienda el otro día! — apartándose el pelo de la cara —. ¡Para verte!

—¿Eras tú?

—¿Quién si no?


Pág 786







Theo pensó que estaba tan drogado que imagino a Boris pasar. Es una ternura cuando se da cuenta que no.

the goldfinch ♡ frases Donde viven las historias. Descúbrelo ahora