Cap2: Ojos grises

88 12 7
                                    

La positividad me duró literalmente cinco minutos, pues apenas entré al salón de clases, mi pie derecho se atoró con un pequeño relieve en los mosaicos y adivinen quién cayó de bruces contra el suelo... ¡Exactamente! ¡Yo!

—¿Estás bien?— preguntó el profesor haciéndolo aún más evidente.

Una risa nerviosa salió de mi boca y sin mirar a nadie asentí con la cabeza— Estoy bien.

Vaya manera de presentarme. Ya veía a los demás poniéndome apodos o burlándose de mí, pero sorprendentemente el silencio prevaleció en el aula y contrario a lo que pensé, muchos chicos se pusieron de pie para ayudarme, ninguno se rió.

—¿Estás seguro de que te encuentras bien?— insistió un muchacho de cabellos castaños y largos que estaban atados en una pequeña coleta un poco desordenada. Un chico que como la mayoría en el salón, era hermoso.

—E-Estoy bien.

—Si quieres te podemos llevar al área médica— habló otro de cabello azabache mucho más alto, musculoso y varonil, pero igualmente atractivo.

Definitivamente yo no encajaba en ese perfil.

Siempre fuí considerado como un chico problemático, rebelde y escuché a los demás decir que mi apariencia era la de un delincuente juvenil, tal vez porque usaba algunos aretes y tenía tatuajes en mi brazo izquierdo. Muchos decían que era intimidante, el estereotipo perfecto de un tipo "rudo", un bully con expresión sombría y amenazante... Pero qué iban a saber ellos de mi... No me conocían.

—N-No... En verdad estoy bien.

Después de un momento, cuando todos volvieron a sus asientos y fingieron que nada había pasado, el profesor finalmente me presentó a la clase y no supe porqué, pero todos me recibieron con una sonrisa y de una manera muy amable.

Quizá la mayoría se hubieran sentido felices por ello. Yo me sentí abrumado, muy abrumado, especialmente porque no estaba acostumbrado a ser el centro de atención, a estar rodeado de tantas personas.

Como si fuera agradable estar cerca mío.

«¡¿Te podemos decir Jay?! ¿De dónde eres? ¿Ya te uniste a un club?» Todas esas preguntas y muchas más vinieron de todas direcciones haciéndome sentir incómodo e incapaz de responder al menos alguna. Hubiera preferido que la clase no terminara.

Estaba al borde del colapso... Hasta que alguien más apareció.

—Basta, déjenlo respirar chicos.

Cuando levanté la mirada, no pude evitar quedar hipnotizado por esos penetrantes ojos grises que poseía aquel muchacho de estatura alta, y que por su apariencia podría deducir que era prácticamente albino, pues su piel era clara, muy clara, y su cabello era de color blanco, medianamente largo, quizá solo cubría parte de su cuello y con las puntas levemente rizadas y de color grisáceo.

Si existiera la perfección, definitivamente sería él.

Sus labios eran bien definidos y gruesos de color rosa pálido. Sus ojos levemente rasgados de pestañas largas y claras le daban un aspecto aniñado, pero su nariz respingada, cejas pobladas, un poco oscuras y bien definidas así como un mentón ovalado, le daban un aspecto muy varonil. Además pequeños mechones cubrían su frente e incluso parte de sus párpados, dándole aún más perfección de la que ya poseía.

Era la personificación de la belleza. Era el tipo de chico por el cual las mujeres matarían. Era un jodido monumento tallado por los dioses...

Era el tipo de hombre que le bajaba el autoestima a sujetos como yo.

YUME ΩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora