Capítulo II: Líbrame de este Dulce Sueño

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Derechos de Autor: Obviamente, los personajes de esta historia no son míos, sino que pertenecen a Kōhei Horikoshi, yo solo los tomo prestados para nuestra diversión.

Género: Ciencia ficción, romance, suspenso

Advertencias: Prostitución.

Espero que les guste este capítulo!! Me costó un poco escribirlo, pues tenía que imaginar muy bien las escenas. 

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 Capítulo II: Líbrame de este Dulce Sueño

—Lo hiciste bien, Hawks —dijo Nezu mientras se sentaba en mi cama y acariciaba mi cabello.

Me dolía la espalda y el cuerpo, sentía que las manos de ese hombre aún quemaban en mi piel y los golpes de los látigos y espuelas habían dejado marcas rojizas en mi piel. Sentía la cabeza darme vueltas, el mundo volteándose debajo de mí, la sensación de estar flotando en el aire. Nezu decía que habían sido los afrodisíacos que me habían dado hacía un par de horas, decía que me sentiría mejor pronto y me felicitaba por el buen trabajo que había llevado a cabo. Dijo que era un cliente caro, que casi nadie lo aguantaba como yo lo había hecho y que había ganado mucho dinero.

Solía pensar <<¿Para qué quiero el dinero?>>, solía decirme que no lo necesitaba, que lo único que me haría feliz es tener nuevamente mi libertad, pero ya no. Ya no creía que la libertad, la libertad que yo quería, fuera a ser lo que realmente me haría feliz o me dejaría vivir. Pero no era así, no era lo que me dejaría vivir, no era lo que me haría realmente feliz. ¿Regresar a las calles? ¿Volver a robar y que me apedreen? ¿Volver a revolcarme en el barro por un poco de comida en mal estado? No, definitivamente prefería chuparle la verga a algunos de los viejos de este lugar. Ser un Taikomochi no estaba tan mal, hasta que te tocaban clientes como este.

Nezu se quedó un momento más a mi lado, limpiando mi cuerpo junto con aquella enfermera que lo ayudaba siempre y consolando mis lágrimas, borrándolas de mi rostro. El consuelo era que no tendría clientes en 3 días, era bastante y muy interesante poder disponer de tiempo para mí en esos días. Era como una recompensa adicional por haber soportado a este tipo de clientes. Por lo menos era un consuelo al alma, esa esencia destrozada y baqueteada de tanto uso. En cuanto el albino y la enfermera se fueron, me quedé solo en aquella habitación.

No era mi habitación, por ahora compartía cuarto con Yu, pero me habían prometido tener mi propio cuarto pronto. Me quedé un momento en silencio, respirando entrecortado, pero intentando calmarme. Me agradaba el sentir el silencio a mi alrededor, aunque fuera sólo por un momento, pronto necesitaba de mayor vitalidad. Me quedé dormido en medio de mi letargo, entre aquellas drogas y los analgésicos, sentía mi cuerpo pesado.

¿Cuánto tiempo habré dormido? Realmente no estaba seguro. Sí sabía que el amanecer se estaba haciendo presente por los rayos del sol que se colaban por la ventana. Miré con una sonrisa cancina hacia la misma e intenté ponerme de pie. El cuerpo me seguía doliendo, pero era nada comparado con hacía un momento. Aún estaba desnudo, por lo que simplemente agarre aquella ropa grande que solía usar.

Me puse ese buzo grande y negro que me ayudaba a ocultar las marcas que hubieran hecho los clientes. Eso me permitía hacer una vida más o menos normal a lo largo del día. Me miré en el espejo del techo, desde esa perspectiva podía ver el chupón en mi cuello, que era bastante visible de hecho, por suerte aquel buzo lo ocultaba. Miré mis piernas en ese momento, tenían moretones y marcas de mordidas, aunque mi trasero estaba más rojo que el resto de mi cuerpo. El buzo me llegaba hasta las rodillas y las mangas también eran muy largas, por lo que me las arremangaba.

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