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—Hola.

La joven de ojos verdes frunció el ceño quitándose los auriculares.

—Hola... ¿necesitas algo? -la ojiverde cuestionó confundida.

—¿Te gustaría tomar el recorrido conmigo?

—la joven rubia asintió levemente– Si.

—Por cierto... Soy Adele, Adele Dankworth.

—Clarisse McGovern -la ojiverde respondió sonriendo–. ¿En donde esta tu madre?

—Oh, realmente no importa en donde este...

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—¿Qué se supone qué le diga a mi hija?

—¡No lo sé! ¡Dale su espacio!

—Pero venir a Cambridge fue idea mia -Eleanor detuvo su caminata–... Pensará que la abandone.

—Oh vamos -la pelinegra se quejo– ella te dejo primero... ¡Conozcamos Cambridge por nuestra cuenta!

—No, tengo que encontrar a mi hija. Ni siquiera le di comida para el almuerzo.

—Oh vamos -Heather comenzó a caminar hacia el cesped cerca de un par de bicicletas– ¿esperas que me crea que tu hija no tiene ya una tarjeta de crédito?

—No es eso... No, espera ¿qué haces? -cuestionó rápidamente al verla subir a la bicicleta de tonos amarillos– ¿qué estas haciendo? ¡No puedes montar una bicicleta con vestido!

—Veme hacerlo... ¡Vivamos Cambridge! -Heather exclamó.

—¿Cómo se supone que conduzca una bicicleta con tacones de 10 centímetros? -reclamo la rubia– No lo creo...

—Vamos... Sera solamente un viaje de 10 minutos y las devolveremos enseguida, nadie se dará cuenta.

—¡Es robar Heather! -Eleanor exclamó alarmada.

—¿Cuándo fue la última vez que montaste una de estas?

El silencio respondió.

—Lo ves... Vamos ¡Tu puedes! Vamos -La pelinegra respondió comenzando a pedalear– ¡Vamos Dra. Donelly! ¡No seas amargada!

—Oye... -Eleanor murmuró suspirando. Su mirada se fijo en la bicicleta frente a ella y sin pensarlo dos veces se subió pedaleando con dificultad– Demonios...

Sin embargo y a pesar de que sus esperanzas eran casi nulas, ella pudo alcanzar a aquella mujer de ojos verdes rápidamente. La brisa pego en su rostro y de la misma manera, un rayo de sol también.

El primero del día.

—Tenía diez -habló en medio del silencio–... Tenía diez la última vez que monte una bicicleta.

—Bueno... No esta mal para ser una primera vez.

Heather hablo riendo antes de aumentar la velocidad llevándola por los jardines principales de la universidad.
Eleanor había logrado ver al menos tres facultades y también varios lagos en donde los alumnos descansaban plácidamente, pudo ver a los equipos deportivos entrenar y a las parejas pasear de la mano ante la calida luz del sol que comenzaba a salir.

Bajo la lluvia de LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora