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Los alumnos sonreían levemente al verlas caminar de la mano bajo la lluvia que no había cesado, las miraban tiernamente y en muchos casos les sonreían abiertamente.

—No, aún no.

Heather tiró de su brazo en cuanto Eleanor estuvo apuntó de tomar el camino hacia el estacionamiento.
Heather frunció el ceño en cuanto Eleanor la miro tiernamente, seis centímetros definitivamente eran mucha diferencia entre ambas.

La pelinegra la miró fijamente y abrió y cerro la boca repetidamente, esperando a que las palabras salieran por arte de magia.

—Hev... No creo que podamos...

—Lo sé yo, yo lo sé -Heather murmuró visiblemente afectada; Eleanor la tomó de la mano y la abrazo acariciando su espalda–. Creí que arreglabas el cuerpo humano...

Eleanor sonrió tristemente.

—Tenias razón.

—¿En qué? -Eleanor cuestionó confundida.

—En todo. -murmuró Heather separándose de ella.

—Termina mal ¿no es cierto?

—¿Qué?

—La película...

—Heather sonrió levemente– Por eso es tan especial.

Eleanor sonrió acercándose nuevamente hacia ella, tomó su rostro entre sus manos y lo observó detenidamente, grabando en su memoria el color de sus ojos, el color de su cabello, la forma de su nariz, de sus ojos, de su boca; acarició sus mejillas y arreglo su cabello completamente mojado.

Se acercó lentamente y la beso nuevamente bajo la lluvia, atrapando cada sentimiento que ella le pudiera transmitir, serían su eterno tesoro.
Su posesión mas preciada.

—También te amo Hev... Como nunca podría hacerlo y nunca podrás dudar de eso.

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—No, esto no puede ser bueno.

Clarisse salio rápidamente del automóvil al igual que Adele, ambas las observaron confundidas.

—Mamá... ¿En donde estabas? ¿Por qué no respondiste mis llamadas? ¡Esta lloviendo!

—Toma. -Heather le dio las llaves del automóvil recargandose en él.

—Oye... Espera...

Adele la miró fijamente, observando así que lágrimas corrían por sus mejillas, se apresuró en abrazarla y entonces ella finalmente lo dejó salir, sus sollozos y las torrenciales sacudidas.

—¿Mamá? -Clarisse acarició la espalda de su madre escuchándola llorar en silencio.

—Necesito que manejes. -Eleanor le entrego las llaves del automóvil color negro.

Clarisse asintió y finalmente se separo de su madre.

Eleanor la vio subir a aquel automóvil color blanco y alejarse sin siquiera mirarla. Ahí estaba su eternidad.
Se despojo de su saco y finalmente abordó el automóvil con la mirada perdida.

Arreglo las cosas en su bolso y sus manos viajaron hasta el folleto en ella, sonrió tristemente y acarició aquel papel como si de un tesoro preciado se tratara.

—¿Mamá? ¿En donde esta tu cadena?

Eleanor miro a la nada para seguidamente recordarlo.

El recuerdo de sus labios sobre los de ella asaltaron nuevamente su memoria, sintió sus labios y sus manos sobre su cuello y seguidamente recordó haberla metido en la pequeña bolsa de su vestido.
Dejo que una lágrima bajara por su mejilla.

Su eternidad.

—¿Mamá? -Adele llamó la atención de Heather.

La mujer de cabellos negros limpio sus manos en su falda varias veces antes encarar a su primogénita.

—Estaremos bien... Vamos a estarlo. -murmuró al sentir aquel objeto extraño en su bolsillo.

—Tenías razón -Clarisse sonrió levemente–, con Cambridge es magnífico... Especial, quiero venir, quiero tener historia.

Eleanor miro finalmente a su primogénita y beso fugazmente su mejilla.

—Vamos Lisse, tomemos el camino largo a casa.

“Así que me voy
Pero sé, que pensaré en ti
En cada paso que de
Y yo siempre te amaré... ”

—Siempre te amaré.

Bajo la lluvia de LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora