PÉRDIDA 2

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Wei Ying cayó al piso y su cuerpo no respondía un escalofrío recorrió su espina dorsal y de su boca un líquido caliente de color rojo comenzó a salir a una velocidad impresionante. En su vientre sentía millones de agujas y había comenzado a sangrar, su cuerpo cada vez más débil se rindió en el suelo y sin fuerzas se aferró su vientre en el piso. Incapaz de pronunciar alguna palabra comenzó a rogarle a todos los dioses que alguien lo ayudara a curar ese horrible dolor. Los segundos se volvieron minutos y esos 10 minutos fueron los más lentos y más dolorosos para Wei Ying que yacía en el piso intentando aferrarse a un vientre que hacia solo un par de minutos y sin que él lo notara había expulsado un ser diminuto, frágil y lleno de sangre. Cuando Wei Ying se hacía a la idea de que esos eran sus últimos minutos en la tierra solo pudo pronunciar entre quejidos "Lan Zhan... Cuídate... Te amo...". Como por obra de algún Dios la puerta del Jinshi se abrió de par en par y lo último que Wei Ying vio antes de cerrar sus ojos fue una silueta morada que se inclinó hacia él con suma delicadeza.

Ahora lo entendía todo, sus sueños por ser feliz junto a esta nueva criatura y su amado Lan Zhan se habían esfumado frente a sus ojos y por su culpa.

Jiang Cheng se acercó a su tembloroso hermano que hasta hacía unos minutos estaba vomitando y lo abrazó para que éste pudiera soltar todo lo que en estos momentos le carcomía el alma.

Wei Ying no podía más que llorar y llorar hasta que se quedó dormido en los brazos de su hermano, el cual al notar lo ocurrido llevó a Wei Ying a su cama y lo recostó con mucha delicadeza para acariciar su frente y limpiar los restos de lágrimas que Wei Ying tenía en sus mejillas.

Jiang Cheng se durmió al lado de su hermano y a las 4 de la mañana se levantó para buscar comida para que Wei Ying desayunara pues había vomitado toda la noche y no había probado alimento alguno.

Jiang Cheng caminó tan rápido y concentrado a la cocina que no se percató de la silueta blanca que recién llegaba a Descanso en la Nube y se dirigía a descansar al lado de su amado.

En el Jinshi Wei Ying despertó y al notar que estaba solo decidió darse a sí mismo el tiempo de llorar un poco más ya que su corazón le pedía llorar todo el día hasta, mínimo quedarse sin fuerzas o sin lágrimas.

La puerta del Jinshi se abrió y como aún era demasiado temprano decidió esconder su rostro contra sus rodillas que se encontraban pegadas contra su pecho. Al percatarse que la persona que había abierto la puerta no traía comida consigo volteo a ver quién había entrado en su habitación.

Lan Zhan quedó petrificado al ver lo oscura que se encontraba la habitación, eso no fue lo que más le causó temor sino aquella silueta que estaba en la cama completamente aterrada y sollozando, un escalofrío recorrió su cuerpo al ver a su amado en esa situación ya que no había rastro de aquella persona feliz que solía ser, en cambio sobre su cama se encontraba un niño con el rostro hinchado por llorar y su cuerpo tembloroso lleno de dolor y miedo por lo que había ocurrido la noche anterior.

- Lan Zhan... Lo siento... En verdad lo siento... No soy más que un inútil que atrae las desgracias... No puedo darte aquello con lo que hemos soñado hace tanto... No soy capaz de hacerte feliz... No hago nada más que arruinar las cosas... Si no me hubieras conocido quizás estarías felizmente casado con una cultivadora capaz de hacerte feliz... Y no alguien como yo que solo te hace llorar todos los días... Sentirte preocupaciones innecesarias... Lo siento... Lo siento mucho mi Lan Zhan... -dijo Wei Ying llorando con fuerza mientras veía la silueta que se encontraba en la puerta, pero evitando ver aquellos ojos dorados que hasta hace un día estaban relucientes por la noticia de ser padre.

-Wei Ying... ¿Qué pasó? - Lan Zhan que no entendía del todo, pero se hacía una idea de lo ocurrido camino hacia el cuerpo tembloroso de su amado.

- Lo perdí Lan Zhan... Perdí a nuestro bello conejito... No fui capaz de mantenerlo dentro de mi hasta que estuviera listo para salir y conocernos... No pude mantenerlo ahí hasta que fuera capaz de ver lo maravilloso que es el hombre que tiene por padre... Perdí a nuestro bebé... - dijo Wei Ying volviendo a esconder su rostro en sus rodillas mientras lloraba ahora a gritos, unos gritos que descartaban el alma de cualquiera que los escuchara, unos gritos tan llenos de dolor que serían capaces de romper corazones.

- Mi Wei Ying... - Lan Zhan se acercó hasta la cama y de rodillas se acercó hasta el hombre que lloraba deshecho en la cama - Mi Wei Ying... Ese bebé era una parte más de nuestra felicidad, era una extensión de nosotros sí, pero... La verdadera muestra de nuestro amor y de nuestra felicidad somos nosotros, estamos juntos gracias a ese amor, aunque ese bebé era una parte más para ser felices, no tienes por qué disculparte o pensar que no soy feliz a tu lado. -dijo Lan Zhan mientras levantaba el rostro de Wei Ying para verlo directamente a esos hermosos ojos grises - Jamás he pensado en mi vida sin ti Wei Ying, eres lo más hermoso y perfecto que me ha ocurrido, eres quien me hace ser feliz todos los días de mi vida, eres un rayo de luz en los días nublados, eres mi otra mitad, debería ser yo quien se disculpe contigo por no estar a tu lado cuando esto sucedió, debí quedarme por más importante que la situación fuera porque para mí lo más importante eres tú, tú y nadie más que tú en este mundo.

- Pero Lan Zhan... Yo... - dijo Wei Ying con una voz temblorosa.

- Mi Wei Ying, te dejé solo en un día tan difícil para ti, no estuve aquí en el momento que más me necesitabas y eso jamás me lo perdonaré así que déjame hacer que este dolor que lastima tu corazón desaparezca, sé que duele, sé que tardará en sanar, pero también sé que estaré aquí para sanar contigo, para cuidar de ti hasta que vuelvas a ser mi rayo de luz. Esto pasará, sé que duele, que quema hasta lo más profundo de tu alma, pero estaré a tu lado y no me iré de tu lado nunca más, lo juro. -dijo mientras abrazaba a Wei Ying con fuerza y dejaba caer unas lágrimas. - Ya estoy aquí y no me iré otra vez. - dijo Lan Zhan mientras acariciaba la cabeza de Wei Ying con demasiada ternura.

EL ROJO Y EL AZUL SIEMPRE VAN JUNTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora