Una Eternidad Contigo

Epílogo

Londres, Inglaterra
Un mes después....

Los primeros días en aquella gran ciudad, fueron difíciles para Candy, aun cuando extrañaba su modo de vida en Chicago, puso todo de su parte para que Terry se sintiera orgulloso de ella. La ayuda de Eleonor, las instrucciones de su Tía Elroy y el apoyo de Terry le fueron de gran ayuda para el manejo de aquella enorme casa señorial y en menos de un mes ya tenía el control de todo.

El día en el que ambos debían presentarse frente a su majestad estaba próximo. Candy jamás imaginó que una noche antes, seria víctima de una crisis nerviosa.

—Relájate Pecosa, todo irá bien —Le decía Terry para tranquilizarla.

—¿Y si no le gusto?

—Ella se lo pierde

—Sé que merezco todo tipo de castigo por lo mal que me comporté contigo. —musitó mientras bajaba la mirada.

Terry la contempló durante varios segundos y luego la abrigó en sus cálidos brazos, haciéndola sentir segura y protegida.

—Gracias por perdonarme —Candy alzó el rostro para buscar sus labios.

—Te Amo Candy —murmuró él pegado a los labios de ella —Y en nombre de ese amor, te perdonaré todos tus berrinches —sonrió de medio lado —tienes mi palabra —culminó con voz ronca cuando al fin se apartó un poco de ella, sin disimular el deseo en sus ojos.

—Oh Terry, perdimos tanto tiempo por mi in madurez —suspiró ella, apoyando su rostro contra su cuerpo para ocultar las lágrimas —debiste propinarme las nalgadas que me diste en tu departamento, mucho antes, para hacerme entrar en razón en vez de dejarme hacer una pataleta como la que hice entonces, la cual nos costó dos años de felicidad, que pudimos haber compartido juntos.

Terry sonrió —ya no pienses mas en eso, ahora tenemos un vida por delante.

Ambos se olvidaron de todo excepto de la necesidad que sentían el uno del otro. Los botones del vestido de Candy se abrieron sin ninguna resistencia y la provocativa incitación de los labios de Terry y sus manos encendió un fuego dentro de ella que la hizo temblar ante la fuerza de sus intensas emociones.

—¿Qué vamos a hacer si la Reina me rechaza ? —le preguntó ella cuando la dejó respirar un momento, volviendo a la charla inicial.

—Me han ofrecido que me integre permanentemente al grupo Stratford, como sabras, ahora ellos han incursionado en la industria del cine

—¿Lo harás? —le preguntó sorprendida ante sus palabras.

—Lo estoy pensando —murmuró él, descendiendo sus labios para besarla una vez más, pero ella le obligó a mirarla.

—¿Estas pensando en abdicar? —le preguntó contemplando la expresión de su rostro.

—Si —respondió él encogiéndose de hombros.

—No Terry, no debes renunciar a lo que por derecho te corresponde.

Terry curvó sus labios en una sonrisa, la alzó en sus brazos para llevarla hasta el dormitorio murmurando junto a su oído

—¿Qué necesidad tengo de un Ducado cuando todo lo que necesito lo tengo aquí en mis brazos?, así que, si mañana eres rechazada por su Majestad, aceptaré la propuesta de Robert, claro, siempre y cuando tu estes dispuesta a soportar que tu esposo sea un actor asediado por ciento de admiradoras.