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Ochako Uraraka

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Ochako Uraraka

A pesar de estar entre las sabanas no podía lograr conciliar el sueño, puedo sentir los brazos de Izuku rodear mi espalda sujetándome como si me pidiera que no me fuera. Verlo dormir tan plácidamente después de todo lo que se habló me parece tan irreal, pero supongo que pensar demasiado en ese asunto no le ayudara en nada.

Prácticamente se llevará una guerra, la clásica disputa entre héroes y villanos; todo por obtener el poder de Izuku. Con la única diferencia que al menos se le dará fin, pero el costo de esa victoria es la persona que amo.

No hay una salida para evitar su muerte, y las únicas que se me vienen a la mente son irreales, como los viajes en el tiempo en las películas: resolver el dilema reescribiendo el pasado. Sin embargo, en el caso hipotético, ¿seria capaz de sacrificar a la persona que amo por el bien de todas las personas? No..., no lo quiero.

No tenía idea de lo egoísta que puedo llegar a ser.

Estos pensamientos no son dignos de una heroína. Este es el camino que elegí: salvar a los que pueda. Besé la mejilla de Izuku lo que lo hizo sonreír entre sus sueños y de manera contagiosa yo también sonreí. Me levante de la cama sin hacer el mínimo ruido, mire el reloj, y marcan las cuatro de la madrugada. Debo salir a caminar.

Tome un suéter delgado del sillón y salí del departamento en pijama, no es como si me importara que me viera alguien, pues a esta hora dudo que haya personas transitando el lugar. El clima estaba frio, pero no lo suficiente para tomar un abrigo. Caminar por los parques mirando como los arboles se mueven al compás del viento me hizo entrar en calma. Me senté en una banca y cerré los ojos, pero no me sirvió de nada, al tan solo cerrarlos podía recordar los momentos donde Bakugo me tenía inmovilizada para después gritar esas palabras, también que no pude salvar a Tsuyu, descubrir el último secreto de Izuku y conocer la verdad oculta de Bakugo.

—Una joven tan hermosa como tú no debería de estar sola aquí, y mucho menos derramando lágrimas —escuche la voz de una mujer mayor. Abrir mis ojos y lo confirmo, es una abuelita que me sonríe con nostalgia. —¿Puedo? —me señala la banca y yo asiento, al sentarse junto a mi me da un pañuelo color negro y me limpio las lágrimas.

—Lo mismo puedo decir de usted. ¿Por qué una bella dama esta dando un paseo a tan horas de la noche? —Le pregunté con una sonrisa en mis rostro. La señora mayor me sonrió de igual manera, sus cabellos plateados cortos ondeaban con el viento y sus ojos color rubí era lo que me llamaba más la atención, de un rojo intenso, no me había percatado que solo un tercio de la población podía lugar tener ese color de ojos.

—Oh, querida —desvió la mirada hacia la copa del árbol, —a veces hay necesidad en dónde necesitamos huir —arquee una ceja confundida y ella giró su cabeza para verme y después tomó mis manos lo que me sorprendió. —¿De que estás huyendo? —Sus ojos rubíes penetraban en mí, como si quisiera entrar a mi alma, pero es una sensación extraña.

Pandora ¹ -IzuochaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora