Las clases de etiqueta y diplomacia impartidas por Jaken eran aún más aburridas que sus clases convencionales de matemáticas en la era moderna. La vista era mucho mejor de la que podría tener desde cualquier ventana en la secundaria, pero el maestro en cuestión solía darse cuenta más rápido cuando una de sus alumnas dejaba volar su imaginación en el enorme predio del castillo de Sesshomaru.
Towa tenía la idea de que Jaken esperaba más de ella que sus propios padres, siempre estaba al pendiente, encargándose de su educación, de su vestimenta y de las cosas que comerían antes o después de un entrenamiento con su padre, o también siendo una distante compañía en los paseos con su madre.
"Son el futuro del imperio Taisho" y "Son las personas a las que serviré por el resto de mi vida" eran sus sutiles maneras de decir que las quería como si fueran sangre de su sangre, y Towa siempre agradecería eso.
Jaken era muy bueno, sí, pero también podía llegar a ser muy aburrido.
Esa tarde en particular habían logrado que sus clases fueran al aire libre, el cielo se encontraba completamente limpio, ni una nube que amenazara con alguna sorpresiva tormenta. El aire se sentía tranquilo y traía consigo el perfume de las flores que rodeaban la totalidad del castillo.
Towa se preguntó si en la era moderna estaría igual de despejado y tranquilo como allí, trató de proyectarse mentalmente en aquella era, pero su corta imaginación solo pudo colocarla dentro del aula del St. Gabriel, donde en ese momento debería haber estado cursando los últimos meses de la preparatoria.
Suspiró un tanto desanimada, tendría que disfrutar del fantástico día un poco más tarde.
-¡Princesa! -una voz familiar la tomó por sorpresa, haciendo que se despegara de su ensoñación y girara hacia la fuente de aquel sonido. Sonido que se había encontrado esperando con entusiasmo más de una vez en el transcurso de aquellos casi cuatro años.
El joven caminaba tranquilo por el sendero de entrada y venía acompañado por Takechiyo, quien de vez en cuando aun le servía de transporte a no muy largas distancias.
-¡Riku! -exclamó, levantándose del cojín dispuesto frente a la pequeña mesita de estudio para llegar a su encuentro.
-¡Tú, mocoso! -masculló furioso Jaken, provocándole una pequeña carcajada a Setsuna.
Riku jamás había escondido el hecho de que pretendía a Towa, y desde que el conflicto se había solucionado, las simples palabras y el suave cortejo habían evolucionado a costosos y excéntricos regalos que el pirata traía de diferentes partes del mundo en sus largos viajes.
Para Jaken y Sesshomaru aquello no era más que una indigna provocación que había terminado convirtiéndose en una competencia de obsequios con el joven pretendiente. Pronto Towa ya no tenía un espacio donde guardar todo lo que le daban, y de no haber sido por la intervención de su madre -quién logro que la competencia del lado de Sesshomaru y Jaken cesara- habría terminado ocupado un cuarto extra solo para llenarlo de cachivaches, kimonos y ropajes de países lejanos e inexplorados.
-Princesa, ¿cómo ha estado? -cuestionó Riku tomándola de la mano para llevarla en dirección contraria a donde estaban todos-. ¡Espero que estén disfrutando del hermoso día, señorita Setsuna, señor Jaken! -exclamó antes de perderse del todo por los frondosos jardines del predio.
-¡Oye, no puedes llevarte a mi alumna en plena clase! -chilló a lo lejos el sirviente de su padre, agitando su báculo de dos cabezas en el aire.
-Takechiyo, toma su lugar, por favor -gritó Riku con una media sonrisa maliciosa que hizo a reír Towa.
-¿¡Qué!? -fue lo último que oyeron tanto por parte de Jaken como por el pequeño perro mapache que poco y nada tenía que ver en todo eso.
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I thought this is the one for me
FanficRiku y Towa descubren los beneficios de la vida conyugal. (+18 del capítulo 2 en adelante)