Capitulo uno: "Descubierto"
Apoyado sobre la pieza de madera tras de sí, acompañado por la oscuridad de la noche, Ocho soltó un suspiro en medio de hipidos. Paso sus manos llenas de cicatrices por sus ojos, en un intento vago por quitar toda prueba que pueda entornar con respecto a lo que sucedió tan solo segundos antes en esa habitación. Los pequeños hematomas que comenzaban a mostrarse, en conjunto a la sangre que rodaba por su nariz, eran dos hechos que no hacían más que brindar un contexto mucho más tétrico al esperado.
Los músculos del cuerpo de Arthur, no respondían adecuadamente. Cada mínimo movimiento parecía rasgar todos los ligamentos de su cuerpo, generándole una sensación impensable de dolor insoportable. Por ello mismo, permaneció ahí, tirado en medio de la habitación, rodeado por el montón de libros en el suelo, y una sonrisa triste que simplemente intentaba mejorar la situación.
Inesperadamente, las puertas del sitio se abrieron dejando paso a un castaño oscuro con un libro entre las manos. Por acto de reflejo, Arthur se cubrió con sus brazos, evitando que la luz del pasillo choque de frente con su rostro. Aunque ese acto no fue suficiente para cubrir su deteriorada figura de Cinco, quien parecía tan sorprendido como asustado ante lo que estaba viendo.
En alguna parte de aquel espacio, se encontraba el bastón de Reginald Hargreeves, partido casi a su mitad exacta.
—Hola—. Hablo antes de pensar el quinto. Realmente confundido, sin saber exactamente qué hacer.
—Hey—. Respondió con la voz más grave de lo normal Arthur, evidenciando el haber estado llorando.
—Yo... Este... Tenía una duda—. Intentando retomar el hilo de la conversación, hablo Cinco.
—¿Si?—. Contesto Arthur mientras volvía ponerse de pie, ignorando el dolor que comenzaba a subir por su espalda, camino a su cabeza. —¿En qué te puedo ayudar?—. Sin dejar de lado la típica formalidad, Ocho cuestiono.
—Matemáticas... Es sobre...—. Pero Cinco no pudo seguir hablando, su garganta se contrajo en un nudo lo suficientemente fuerte como para sentir por unos instantes que había perdido la capacidad de respirar. Soltó su libro de matemáticas, el cual no tardo en chocar sobre el suelo y formar un estrepitoso sonido, cosa que solo logro hacer que Arthur saltara sobre su lugar. El quinto se acercó a paso tranquilo al más alto, con el propósito de transmitirle la confianza suficiente como para que este acepte su ayuda.
Cinco nunca llego a pensar que una vez llegara junto a su hermano, este le brindaría una sonrisa. La misma sonrisa que siempre hacia, con la diferencia de que ahora mismo le hacían falta los dos dientes delanteros. Los chorros de sangre que bajaban por los huecos donde debían estar sus dientes, no pasaban desapercibidos. Todo esto daba miedo.
—Quédate quieto—. Murmuro Cinco, tomando el brazo de Arthur y pasándolo por detrás de su propia cabeza, con el fin de brindarle apoyo.
—Está bien... Conoces mi habilidad, Cinco. Mañana estaré bien—. Balbuceo Ocho, con la intención de aligerar el ambiente que se había puesto tenso desde que el contrario había ingresado a la habitación.
—Eso no le da derecho a hacerte esto—. Contesto el ojiverde en un balbuceo, intentando calmar la furia que comenzaba a jugar con su cabeza.
Para sorpresa de Cinco, su terco hermano no reprocho absolutamente nada. Dándole la razón a partir del silencio.
Apoyándose sobre el otro, no fue necesario de mucho tiempo para que Arthur llegara a su habitación, de hecho, a comparación de otras noches, había ahorrado el triple, o quizá el cuádruple de tiempo. Ese simple hecho permitió que entre sus mejillas, una sonrisa infrecuente se asomara por su boca. Pequeña y casi inexistente pero, ahí de todas formas. Cinco no tuvo la oportunidad de apreciar de forma detallada la situación de su hermano, pues estaba tan concentrado en mantener el equilibrio, que solo podía fijarse en la longitud que le hacía falta para llegar a la habitación del contrario.
Una vez en el sitio, intentando no ser brusco y guiándose por el tenue brillo de la luna, el quinto apoyo sobre la cómoda al más alto, para acto seguido dirigirse directamente al switch, con la finalidad de encender la luz y apreciar mejor los hechos.
—Por favor...— A mitad del camino, Cinco se frenó ante el murmuro de Ocho. —No enciendas la luz... Por favor—. Eso basto para que el muchacho notara la gravedad del ambiente. Respetando el pedio de Arthur, se encamino nuevamente a la cama, sin saber exactamente qué hacer para ayudar. —¿Podrías pasarme la pijama?—. Nuevamente, el silencio del lugar fue cortado por Arthur, quien en medio de balbuceos llevo a cabo una petición.
—Por supuesto—. No hizo falta de mucho tiempo para que el pijama del octavo se ubicara sobre la cama, y poco a poco, con ayuda de Cinco, este se deshaga del uniforme de la academia, dándole una vista total al quinto de su magullado cuerpo.
—No te preocupes. Me he acostumbrado con el tiempo—. Afirmo Arthur al sentir la mirada de Cinco recorriendo cada parte de su piel.
—Estoy más preocupado porque lo hayas tomado como una normalidad—. Fríamente, afirmo el semejante, nuevamente dejando sin palabras al antónimo.
Cinco no podía imaginar la forma en la que se vería el cuerpo del opuesto con la luz encendida.
Sea lo que sea que le estaba haciendo Reginald, era algo lo suficientemente despiadado como para dejar en tales condiciones al joven.
Algo inhumano.
Estudiar me está matando. ¿Qué tal ustedes?
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D O M M A G E || Number Five.
FanfictionD O M M A G E "Entonces yo estaré ahí para ti..." Cinco solo quería informarse sobre una fórmula matemática. Nunca llego a creer que encontraría a su hermano llorando en un rincón de la oficina de su padre. En donde Ocho es golpeado todas...