Capitulo tres: "Casa"
—Agh...—. Gruño Ocho cuando el bastón volvió a impactar con sus dedos ya enrojecidos.
La piel afectada comenzaba a abrir paso a las líneas de líquido rojo que se esparcían por sus nudillos. Su padre le observaba de una forma ciertamente extraña.
Reginald, aún con su rostro perplejo, parecía disfrutar de la situación. Era difícil de explicar.
Arthur, claramente frustrado, volvió a tomar el libro entre sus manos, buscando la solución a la pregunta plantada por Reginald.
— ¿Cuáles son los animales que componen al Quilin?—. Leyó mentalmente la pregunta anotada en el borde de una hoja, esperando esta vez atinar a la respuesta. — El Quilin... Un ungulado cornudo híbrido de la mitología china... ¿En qué me ayudará a salvar el mundo el conocer a los animales que lo componen? ¡Es simplemente absurdo!—
Arthur observo los pellejos que sobresalían de sus nudillos entre las gotas rojas, esperando que estos le dieran la respuesta. ¿A quién le iba a mentir? Odiaba tener que soportar esto, pues parecía que Reginald lo había comenzado a hacer por gusto y lo único que eso hacía, era generar cierto terror en el castaño.
—El cuerpo es de león, la piel es de pez y los cuernos son de ciervo—. Arthur estaba seguro al respecto, es decir... ¿Debía incluir también la continua implementación de las flamas en el físico del ser? No... Su padre específico que debía mencionar los animales, nada más.
Entonces cerró sus ojos cuando el bastón hizo sombra frente a su cabeza gracias a la luz de las velas que acompañaban a ambos individuos en la oscuridad de la habitación. En esta ocasión, Arthur sintió como sus dedos traqueaban dolorosamente, arrancándole una queja insonora en compañía de otro choro de sangre.
¿Qué le faltaba? No podía faltarle nada, ¿No?
Entonces otro impacto contra sus dedos llego. Y otro. Y otro. Y otro... Y continúo hasta que ya no solo eran los dedos, sino también los brazos.
En medio del choque, Arthur aferro sus dedos ensangrentados en la mesa, intentando calmar el dolor que subía por sus brazos y comenzaba a perjudicar el resto de sus músculos.
Todo su cuerpo comenzó a palpitar. El joven podía sentir sus latidos en la boca, quizá por el pánico o el enojo. De todas formas, ninguna de las dos opciones terminaba por importar por completo.
El reloj sonaba, señalaba cada segundo, cada minuto, cada hora... Y el abuso no paraba.
Arthur no recuerda en que momento la silla en la que había estado reposando, había terminado al otro lado de la habitación, mientras su padre, con todo lo que parecía ser gusto, le golpeaba la espalda.
Aun aferrado a la mesa, con los dedos ensangrentados, Ocho arqueaba de dolor su espalda tras cada impacto mientras intentaba ahogar sus gruñidos y gemidos de dolor.
Horas. Horas. Horas y no paraba.
Entre tanto, las lágrimas de Arthur comenzaron a ahogarlo con la sangre. A tal punto en el que tuvo que comenzar a tomar bocanadas de aire profundas ante cada pausa que hacia su padre para intentar hacer que el aire llegara a sus pulmones.
Entre la desesperación por respirar calmadamente, calmar sus hipos y soportar el dolor, Ocho dio un grito de agonía que dejo la casa en silencio.
Reginald paro y de inmediato se comenzaron a escuchar pasos de personas que se dirigían a la habitación.
Fuera del ruido que hacia la piel contra la madera de la puerta. En la habitación solo se escuchaban los sollozos de Arthur, quien intentaba respirar tomando bocanadas de aire mientras las lágrimas comenzaban a mezclarse con la sangre.
Fuera de la habitación, el montón de hermanos golpeaban con gran ferocidad la puerta, con un sentimiento de pavor profundo.
Tardaron en darse cuenta del sonido de golpes que había iniciado nuevamente en la habitación, en compañía de los sollozos y pequeños gritos que soltaba Ocho.
Pero nadie llego a ayudar a Ocho.
Nadie uso su habilidad. No solo porque estaban en un tremendo shock en respuesta al pánico. Nadie uso su habilidad porque Reginald daba miedo. Nadie uso su habilidad porque aunque la usarán, no podrían hacer nada encontrá de Reginald.
Aunque la puerta se habrá en ese mismo instante, nadie haría nada.
Porque así era vivir en la casa de los Reginald.
Mientras tanto, el libro de mitología china observaba la escena, con una mancha de sangre que tapaba el siguiente texto: "El qilin o quilin (en chino, 麒麟; pinyin, qílín; japonés, kirin) es un ungulado cornudo híbrido (cuerpo de león, piel de pez y cuernos de ciervo) de la mitología china, que se dice que aparece en conjunción con la llegada de un sabio."
Un día más en la casa de los héroes.
Se ha vuelto una manía tardar en actualizar xd.
ESTÁS LEYENDO
D O M M A G E || Number Five.
FanfictionD O M M A G E "Entonces yo estaré ahí para ti..." Cinco solo quería informarse sobre una fórmula matemática. Nunca llego a creer que encontraría a su hermano llorando en un rincón de la oficina de su padre. En donde Ocho es golpeado todas...