1. Sangre y tierra

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Nota de la autora:  Esta es la SEGUNDA parte del fanfic "Te sigo a la oscura perdición, cariño". Aviso para que eviten spoilers en caso de que no hayan leído la primer parte.

- Advertencia: En esta parte de la historia se tratarán temas delicados, habrá escenas de violencia gráfica y mental que pueden afectar a la sensibilidad del lector . Se recomienda discreción.



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El sol bañaba toscamente su cuerpo, haciéndole sentir cómo poco a poco su piel comenzaba a picar. No había ni una sola nube en aquel cielo, por lo que no había piedad sobre su delicada piel y sus ojos, que aún se mantenían duramente apretados, no solo por los rayos insistentes de luz, sino también por el dolor y la incomodidad.

La dureza contra su cuerpo no le hacía las cosas más fáciles, podía incluso sentir la tierra sobre parte de sus brazos descubiertos, en conjunto con el polvo que el viento removía en el aire, pasando encima de él y haciéndole toser por momentos.

Soltó un quejido ronco, sin nada de fuerzas, apenas había salido de su boca. Se animó a abrir los ojos y casi los pudo notar incinerarse, podía jurar verlos él mismo al rojo vivo. Cerró los parpados con fuerza, su vista estaba endemoniadamente sensible.

Su cabeza aún se sentía extraña, con un fuertísimo dolor alojándose en la zona posterior, justo en su nuca y también en las sienes.

Se movió de costado, para apartar su rostro de aquella bola de fuego encima de él, y abrió los ojos.

No había nada.

Desértico y árido. ¿Dónde mierda estaba?

Pudo acomodarse de manera que terminó sentado sobre el manto de polvo y tierra al costado de la carretera. ¿Eso seguía siendo Corea? Parecía un escenario sacado de una película del lejano oeste.

Se quedó en silencio, porque de todas formas no tenía de otra, estaba completamente solo.

Jungkook miró sus manos, estaban sucias y terriblemente temblorosas. Tampoco se le hacía fácil tragar, sentía su garganta astillada, y por reflejo llevó una de sus manos a su cuello, tocándolo y notando que efectivamente le dolía, no sólo por dentro, sino por fuera. Sus músculos estaban afiebrados, calientes y adoloridos, al igual que los músculos de su torso y sus brazos.

Volvió a poner sus manos frente a sus ojos y observó sus muñecas, envueltas en moretones, su piel teñida de color morado y rojizo.

Tragó nuevamente. Hubiera deseado que no fuera cierto.

Levantó la mirada, la carretera a su lado se veía como si hiciera millares de años que un auto no pasaba por allí. Se preguntó cómo habían hecho para dejarle en ese lugar.

Se movió un poco para intentar pararse y ahogó una queja cuando un dolor insoportable se esparció por todo su cuerpo, haciéndole difícil la tarea de erguirse, y se odió por no poder juntar las piernas, porque sentía un gran escozor entre sus glúteos.

Apretó sus labios aguantando las ganas de llorar y comenzó a caminar a lo largo de la carretera. Buscó su celular en el bolsillo de sus sucios y arruinados pantalones y para su fortuna lo encontró. "Bien, al menos tuvieron la decencia de no quitármelo", pensó.

Iba a hacer una llamada, o mínimamente buscar en google dónde demonios se encontraba, pero nada podía salirle bien. Obviamente, en ese lugar insólito y desgraciado, no tenía señal, mucho menos internet.

- Que les den por el maldito culo... - espetó con la mandíbula apretada y sin voz, porque tenía una afonía terrible, pero no le sorprendía. Incluso su lengua dolía.

• Te sigo a la oscura perdición, cariño (Parte II) ~ [KOOKMIN] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora