Capítulo 1

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Dormirme se me hacía más que complicado, nada que ver con lo fácil que era despertarme. Un simple rayo de sol podía hacerme volver de cualquier sueño o pesadilla. Yo a regañadientes intentaba cubrir mi cara del todo con los nórdicos que cubrían mi cuerpo, a sabiendas de que se acercaba la hora de levantarse. Con la ventana abierta no me hacían falta alarmas y mi abuela de sobra sabía que despertarme era un grabé error, tenía mal despertar pero con el sol no me podía enfadar.

Unas diminutas patas arañaban la manta con gran impaciencia, era mi gata Chía que pedía por la fuerza que la tapara conmigo.

-No hagas esto más complicado. -Yo sabía perfectamente que si se acurrucaba conmigo iba a estar más complicado salir luego de ahí. Mi relación con la cama era bastante estrecha, no había lugar en mundo donde estuviera más cómoda, en aquel rinconcito con mi pequeño ser felino, donde el tiempo y mis pensamientos se paraban por minutos e incluso horas.

-¿Ya has conseguido lo que querías? -Le preguntaba incorporándome para apoyarme en la orilla de la cama. El sol me solía mosquear nada más despertarme paro simplemente admirando las vistas que tenía desde mi cama todo pensamiento negativo disminuía a medida que me quedaba mirando. Mi casa era la más elevada del pueblo, la que más lejos estaba y a la cual solo podías llegar subiendo una gran cuesta y cómo me costaba tener que subirla día tras día. Pero merecía la pena llegar hasta aquí para ver el pueblo desde lo alto de mi acantilado. Se podía observar cada una de las casas del pueblo, los parques y incluso se podía diferenciar quien era quien y hacia donde se dirigían, puede sonar algo raro pero a veces me divertía simplemente observando el rumbo de mis vecinos. Después del pueblo siempre estropeaban las vistas de lo que había más allá los altos pinos del bosque Green Door, por donde se escondía el sol cada noche.

Me di un agua rápida en mi baño privado y aún con sueño en los párpados decidí salir de la habitación.

-Buenos días bella durmiente. -Me observaban unos grandes y verdes ojos por encima de las gafas. Mi abuela se encontraba desayunando sentada como siempre en el sofá del gran comedor.

-Buenos días, me voy a trabajar. -Le dije acercándome a ella para darle un beso de despedida en la frente.

-Oye, desayuna algo. -Me pidió sería y preocupada.

-No, llegaré tarde, en veinte minutos abren la universidad. -Expliqué mientras me ponía la chaqueta y cogia las llaves. -Pasaré por la señora Marga.

-Abrigate! -Escuché por último de lejos, mientras cerraba la puerta. Mi abuela era de esas personas que hablan a distancia y a voces, dada su edad no podía hacer mucho más que descansar y salir lo justo de casa.

Yo no tenía carnet, ni tampoco sabía ir en bici, me gustaba andar y cuesta abajo siempre se me hacía mucho más fácil.

-Buenos días Exie. -Me saludaban el señor y la señora Smith, que como cada mañana se iban a pasear con su horrible perro. Aquel bicho siempre me miraba con la lengua afuera y roncando cual bull dog que era. Cabía resaltar que era más de gatos, de mi gata para ser concretos.

-Que pasen buen día. -Sonreía yo forzadamente, siempre que bajaba la misma calle, me los encontraba a la mima hora. La monotonía resaltaba en el pueblo y mis pies ya andaban en automático.

El sonido de la campana que avisaba a la señora Marga de que alguien entraba en su cafetería me ponía los pelos de punta, ese sonido ensordecedor que alertaba de mi llegada a quien estuviera dentro.

-Hola. -Me saludaba el pequeño Tom, al que yo miraba con recelo cada mañana. Tom era su hijo de apenas doce años que trabajaba como repartidor de periódicos con su bicicleta. El ya había acabado su trabajo y otros lo empezábamos, se levantaba pronto cada mañana para que al despertar cada vecino se asomara por la puerta de su casa para encontrar el periódico diario y quizá algo roto en el jardín. Como aquel jarrón tan bonito que me rompió a mi.

RAMÉ  -Vampiros Y Seres Sobrenaturales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora