Ohm, el temido líder de la mafia Rosa Roja, es un hombre serio, frío y despiadado, cuya autoridad no tiene rival. Poseedor de un poder y una riqueza que muchos envidian, vive atrapado en una jaula de oro, cargando con una profunda infelicidad y una...
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Kao seguía dando vueltas al plan mientras organizaba al equipo. Había algo en Fluke que le resultaba profundamente inquietante, pero obedeció la orden de Ohm sin cuestionar más.
—¿Estás seguro de esto? —preguntó Kao a Ohm una última vez antes de salir.
—Sí. Haz lo que Fluke sugirió. Recuperaremos la carga.
—Entendido —respondió Kao, aunque su tono delataba una mezcla de duda y frustración. Salió de la mansión dejando a Ohm y Fluke a solas.
Ohm se giró hacia Fluke, cruzándose de brazos mientras lo observaba con curiosidad.
—Nunca pensé que supieras tanto sobre esto —comentó, sin ocultar su sorpresa.
Fluke sonrió con cierta timidez.
—Gracias a mi experiencia previa y lo que aprendi de mi exnovio, logré aprender sobre estos temas. Aunque nunca pensé que me sería útil hasta ahora.
Ohm arqueó una ceja, intrigado.
—Entiendo, pero ¿cómo sabes tanto sobre las rutas y las ciudades?
—Recuerdo que él me llevó por esa carretera y me habló de esos lugares hace mucho tiempo. Esa información quedó en mi memoria.
Ohm asintió lentamente, comenzando a comprender.
—Así que por eso sabes tanto…
—Sí. Esa información que parecía inútil ahora puede ayudarte. Por eso decidí compartirla contigo. —Fluke sonrió, transmitiendo confianza.
Ohm dio un paso hacia la puerta, preparándose para partir.
—Está bien, me tengo que ir. Cuando todo esto termine, hablaremos con calma.
—¿Puedo acompañarte? —preguntó Fluke de repente.
Ohm se detuvo en seco y lo miró incrédulo.
—¿Qué?
—Quiero ayudarte. Déjame ir contigo —respondió Fluke con firmeza.
—Pero es muy…
—Por favor. Quiero estar a tu lado y ayudarte en esto.
Ohm suspiró, indeciso.
—Sabes que si vienes, te involucrarás aún más en este mundo.
—Desde el momento en que acepté ser tu esposo, ya estoy involucrado.
Ohm lo miró fijamente, midiendo cada palabra.
—No quiero que te expongas más de lo necesario, Fluke.
—Lo sé, pero también quiero ser útil. Déjame ayudarte.
Finalmente, Ohm cedió.
—Está bien, pero prométeme algo: si las cosas se complican, saldrás de allí inmediatamente.
