Shadow.

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Mi cama se siente tan cómoda que no quiero levantarme de aquí. Además aun es de noche por lo que decido volver a cerrar los ojos para seguir durmiendo, no obstante no puedo volver a conciliar el sueño. Debe ser porque noto una cierta presencia en mi habitación. No se ve nada a pesar de que la luna llena ilumina considerablemente la habitación, excepto una esquina que se mantiene oscura completamente. Seguro que la entidad se oculta allí, y en cuanto pienso sobre ello unos ojos brillantes me miran desde allí. Puede ser un fantasma o un asesino en serie. Pero no tengo miedo, no creo que quiera hacerme daño.

No tarda mucho que de las tinieblas salga mi compañero Yuzuru. Claro, con su pelo negro y aquel traje que lleva, también negro, se camuflaba perfectamente y por eso no podía verle en un primer momento. La luz de la luna le alumbra como una linterna y observo que está sonriendo de medio lado con picardía.

-Buenas noches- Me dice en apenas un susurro, como si tuviera miedo a despertarme.

-Yuzu, cuánto tiempo- Me siento en la cama con la espalda apoyada en el cabecero. -¿Qué haces en mi casa? ¿Quieres quedarte a dormir?-

-No tenía pensado dormir exactamente...-

Me muerdo la lengua con fuerza cuando veo que empieza a gatear sobre mi cama como un auténtico felino. Despacio y sin apartar la vista de mis ojos, cada vez lo noto más cerca hasta que su rostro se para apenas a centímetros del mío. Está a cuatro patas delante de mí, me siento rodeado por su presencia.

-Y quieres... ¿hablar? ¿tomar algo? ¿entrenar?-

Me mira de arriba a abajo y comienza a reír débilmente al ver mi camiseta de pijama. Bajo la mirada y me doy cuenta de que mi camiseta tiene su cara estampada en ella. No recuerdo haberla comprado pero es bonita, podría usarla más a menudo. Además en ella la cara de Yuzuru sale sonriendo muy muy adorable, algo que no tiene nada que ver con el gesto que tiene él ahora.

-No sabía que me idolatrabas-

-Sí bueno... eres el mejor patinador del mundo, eres una gran inspiración-

-Así que te inspiro, ¿qué te inspiro exactamente?-

-Respeto, amistad, deportividad-

-¿Sólo?-

Nuestras narices ya se están rozando, ha acortado distancias entre los dos sin pedir permiso. Lo más raro de todo esto es que no me molesta tenerle tan cerca. Siempre he querido tenerle cerca, no lo voy a negar.

-Y fascinación. Me... me fascinas-

Ya no me mira a mí, ahora solo mira mis labios. Roza mi labio superior con su dedo índice el cual esta escondido en la tela negra translúcida de su traje de competición. Qué bien le quedaban aquellos malditos trajes, cómo se notaba que estaban hechos a su medida, solo en su cuerpo podrían quedar tan perfectos. Levanto la vista pero está tan cerca que casi no puedo enfocarle así que cierro los ojos y espero.

Noto como apoya sus labios sobre los míos que son delgados y están un poco cortados pero parece que a él eso no le molesta, es más, le encantan porque vuelve a juntarlos de nuevo. Los suyos son tan mullidos que nunca en mi vida habría imaginado que fueran más bonitos que todos los labios de mujer que he besado en mi vida, sin duda eran mis preferidos. Sin darme cuenta ya se ha sentado encima de mis piernas.

-Hacía tanto que quería hacer esto. Estaba harto de tener que conformarme solo con tus abrazos. Siempre he querido más, y sé que tú también.- Me dice tras romper aquella unión.

QUIMERAS NOCTURNAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora