Capítulo 6: Elizabeth Stouwoods

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"La historia cuenta lo que sucedió; la poesía lo que debía suceder"
~Aristóteles~

Elizabeth.

- A la mierda -Ya he postergado mi alarma 4 veces y sé que si no me levanto lo voy a lamentar después cuando no alcance a desayunar. Por lo menos es viernes y el último día de clases, aun así voy a tener que soportar a la odiosa profesora Burninglas, una mujer cuarentona pero que tiene un temperamento negativo y analítico, es rubia, es bella pero realmente sus comentarios sobre cómo debería ser nuestro futuro son odiosos. Si esa mujer supiera que no tengo idea de que hacer en mi futuro seguramente le daría un ataque, tal vez se lo puedo decir para que efectivamente le dé un ataque o mejor no, así podrá seguir atormentando jóvenes. Toda esta conversación ocurre mientras estoy semidormida y mi cerebro asimila que sigo viva.

Mi cerebro me juega una mala pasada, se apaga y vuelvo a sucumbir al adormecimiento, pero despierto cuando el perro del vecino comienza a ladrar. Nunca había amado tanto a ese perro. Me ducho y me visto en tiempo récord. Preparo mi desayuno para llevar y le dejo el desayuno de mi abuela en su mesa de noche, sorprendentemente está despierta, así que le abro las cortinas para que entre la luz del sol, me despido con un sonoro beso, como a ella le gusta, para salir corriendo a buscar mi bicicleta y llegar lo antes posible a la escuela.

El día se me pasa rapidísimo, al terminar me despido de todos, entre tanto algunos idiotas lloran, tomo mi bolso y parto hacia la salida, me dirijo hacia un pequeño negocio y compro dos helados para festejar con mi abuela que al fin terminé esta etapa escolar.

Cuando llego a casa ella está sentada en el sofá cerca de la ventana, al verme me da una de sus inigualables sonrisas para luego decirme

- Eli, cariño ¿Qué traes ahí?

- Se podría decir que un postrecito abuela.

Le doy a mi abuela su helado para poder ir a buscar una silla al comedor y así poder sentarme frente a ella. Conversamos como siempre, por un largo rato, aun así me cercioro que ella está diferente, lleva días así de extraña, tengo esa impresion que quiere decirme algo pero nunca lo hace y me toma aún más por sorpresa lo que me dice.

- Cielito, ve a buscar en la repisa de mi cuarto el libro rojo... ese con los detallitos dorados, por favor.

A pesar de mi extrañeza salgo rápidamente de mi estupor y voy a buscar el libro que me pide, estan todos los libros empolvados, pero ese en específico, está limpio. Mientras voy por el pasillo devuelta a la sala veo que mi abuela viene hacia mí, bueno no hacía mí, sino a su cuarto, así que la ayudo a llegar a su cama y a recostarse, cuando le tiendo el libro ella lo rechaza y me dice con una sonrisa muy forzada en su cara.

- Lee el libro lo antes posible Eli, es corto tiene unos cinco capítulos y estoy segura de que no te aburrirás; ahora ve a tu cuarto, necesito descansar.

Al llegar a la habitación, me acomodé en mi cama para comenzar a leer el pequeño libro.

A medida que la historia avanza más atónita quedo; es una historia trágica llena de amor y miedo, la primera pregunta que pasa por mi cabeza es "¿Cómo pudo terminar así?" Entro en un debate conmigo misma entre ir a molestar a mi abuela para saber si realmente el libro termina así o dejarla descansar, la curiosidad es mayor. Mientras voy a su habitación jugueteo con el libro, a decir verdad jamás me había dado cuenta de su existencia, siendo que es bastante estrafalario, con muchos brillos y cuero antiguo, pareciera que mi abuela lo conserva desde hace varios años ya que el desgaste de las orillas es grande. Cuando llego a su habitación veo a la mujer que me ha criado como comúnmente está, acostada, más no dormida, eso es bueno, ya que de estar dormida me daría pena despertarla por algo tan insignificante, aun así no quiero molestarla demasiado, así que voy directo al grano.

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