Cinco Cyborgs

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Iba en el taxi por la Heidegger Street cuando recordé que me había dejado los documentos en casa. La noche parecía joven y triste como todas las que solía presenciar desde que había llegado a Bellburn.

Las arcologias de la ciudad comenzaban a aparecer al frente de mis ojos como monstruos emergiendo del suelo, por lo que no me sorprendió ver que el hombre que conducía me había traído por una ruta distinta de la habitual. Yo, que nunca había disfrutado de la parte mas industrial de la ciudad, de repente me encontré tan asombrado por las estructuras que incluso por un instante había olvidado a que había venido a esta parte especifica de mi nuevo hábitat.

Los encuentros fortuitos con los objetivos que el General Livesey se empecinaba en darme cada miércoles en la mañana, habían cesado por unos instantes y una gran parte de mi mente, intentaba considerar todos los porqués de su decisión de darme vacaciones. Preguntarle no era parte de mi plan y si bien yo no estaba en las mejores condiciones físicas y mentales para aceptar una misión como aquellas, en aquel momento percibí que, si hubiera existido alguna encomienda de parte suya, quizás no me habría dejado los documentos en casa.

Le pedí a la inteligencia artificial que conducía la pequeña nave de transporte que diera vuelta en dirección al sitio de origen. Lo bonito de la nueva flota de movilidad, construida a partir de residuos de plata recogidos con el Transmutador de Partículas, era que al estar hechos a partir de inteligencia artificial no te hacían preguntas tontas que te hicieran recordar lo estúpido que habías sido cuando ni siquiera el día acababa de empezar. Aunque en este caso eran por lo menos, las ocho menos cuarto. Como siempre, el tiempo volvía a ser mi gran enemigo y no había forma de hacer las paces con él.

En cuanto llegamos a la esquina de mi pent-house percibí un equipo de cinco Cyborgs intentando averiguar como se entraba a la casa de un retirado de los Munchblanks como yo, protegida por supuesto por la máxima seguridad posible.

Me apeé velozmente del coche, y recordé que afortunadamente contaba con el Águila de Hielo y Fuego aun en el cinturón.

La pregunta salió de mis pulmones como quien intenta gritar de angustia y de pánico

- ¿QUIENES SOIS?!



No encontré respuesta ni sonido alguno. Ya mi transporte se había alejado hacia su base, al comprender el peligro de la situación en busca de una nueva llamada que necesitara el mismo servicio.

El contenido de mi casa no era el mejor. Yo, que a duras penas contaba con el uniforme, un pequeño radio y una computadora portátil donde escribir estas memorias y gran parte de mis poemas y mis recuerdos, siempre había vivido sin televisor y sin compañía, más allá de la de un gato llamado Kyuss, que no pudo soportar la vida y murió de neumonía. No comprendía pues, que buscaban cinco Cyborgs en las inmediaciones de mi hogar.

Me acerque hacia ellos con la mirada fija en sus partes metálicas, mas que en sus partes físicas. El transhumanismo se me hacia evidente en ellos y solo parecían trabajar en seguridad. Ninguno de ellos portaba armas por lo que se me hizo curioso.

Para mi sorpresa, uno de ellos con una voz metálica y rasposa, casi alienígena me hizo la siguiente pregunta:

- ¿Por qué se ha alejado usted de su hogar?

Sobresaltado, intente comprender la razón de aquella interrogación tan repentina. Le dedique una mirada de extrañeza no solo a la creatura que me había preguntado sino también a las demás, que no paraban de escribir en unas tabletas con apremio, todo lo visto y toda la información recogida. No me quedo mas remedio que mostrarme soberanamente incrédulo.

- ¿Disculpe?

El Cyborg ni siquiera se inmutó y me repitió la misma pregunta, esta vez con un tono más sombrío y misterioso que el anterior.

- ¿Por qué se ha alejado usted de su hogar?

Entendí que lo único que querían era respuestas y que quizás solo era una inspección rutinaria. ¿Pero de que o para quién?

- Debía salir a comprar unos archivos para escribir unas reseñas y algo de café y cigarrillos.

El cyborg llamó a sus compañeros luego de oir mi respuesta quienes de inmediato, dejaron la tarea encomendada. Apretando un botón las tablets quedaron reducidas a pequeños cubitos sólidos de madera. "Transmutacion avanzada", pensé.

Para cuando me di cuenta que no eran de este planeta, ni siquiera de esta galaxia, una nave de colores rosada y negra, de un tamaño espectral que casi hacia sombra en tres cuartas partes de la ciudad, con la inscripción "KID ANCHOR", se acercó hacia los cyborgs y dejo caer un haz de luz hacia los homínidos, como si fuera una nave extraterrestre abduciendo una vaca en una película clásica de ciencia ficción.

Inmóvil y absorto, me quede mirando como los hombrecillos, uno por uno, ascendían por el haz de luz, con un sonido asombrosamente abyecto para cualquier oído humano. El mismo Cyborg que me había hablado, fue el ultimo en pararse debajo del haz de luz. Su pantalla verde azulada, reflejaba un color mas oscuro y tenso que la de los demás, y estaba claro que, o bien era el jefe de la nave, o bien tenia un puesto importante dentro de la misma.

El homínido pronuncio unas palabras que, hasta el día de hoy, me retumban hasta el tuétano y no me dejan descansar por completo:

"Acuérdate de Freelove, Blaylock. Nos veremos pronto."

Cerré los ojos, intentando olvidar aquellas figuras y el sonido ensordecedor del propulsor de aquella cosa gigantesca ante la cual la ciudad, con sus mecanismos de defensa, se quedaba completamente inútil y sin gracia alguna.

Me sorprendió que, al abrirlos, me encontré en mi cama con un sudor frió y la botella de brandy del día anterior. Afuera, una nave de transporte hacia sonar su silbato de ingreso repetidas veces dando la señal de que estaba esperando a alguien que se suponía, debía salir para tomar su asiento en su interior. En cuanto mire el reloj, eran las 7:30 PM.

Sali vestido al porche todo de negro, esta vez con los documentos y el Águila de Hielo y Fuego recargada y a la mano. Me encamine hacia el sistema de transporte, no sin antes mirar hacia arriba y percatarme de que una nave gigantesca de colores rosado y negro, cruzaba sobrevolando el cielo Bellburniano a toda velocidad, esperando otra presa que estuviera dormida para provocarle un mal sueño.

8 Relatos sobre Bellburn.Where stories live. Discover now