Parte 2

2.2K 300 73
                                    


Logan dobló prolijamente las mangas de su camisa hasta el codo, para meter las manos dentro de la bañera y así tomar a Charles entre sus brazos, ayudándole a salir. Con cuidado, se dirigió hacia la cama para dejarlo sentado y tomó las toallas que había preparado, para comenzar a secarlo.

Hacía varios minutos que los ojos azules del omega le miraban interrogantes, pero se había decidido por ignorarlo. Sabía que, tarde o temprano, sacaría el tema de conversación.

—¿Qué es lo que te tiene tan gruñón esta mañana?

Y ahí estaba...

—No estoy gruñón- dijo en un tono, que dejaba entrever todo lo contrario y buscó la camisa, para ayudarle a ponérsela.

—¿Es porque nos encontramos con el señor Lehnsherr hoy?

Logan soltó un ligero bufido a pensar en ese alfa arrogante y odioso de Erik Lehnsherr.

—No me agrada ese hombre – admitió y buscó los pantalones de Charles.

—¿Qué es lo que no te gusta de él?... A mí me parece agradable- dijo con una vocecilla que apenas pasaba por inocente, mientras se abrochaba los botones y fingía estar muy interesado en ellos.

Logan había cuidado a Charles prácticamente desde que había nacido. En ese momento, era uno de los pocos betas en la mansión, por lo que nadie dudo demasiado al ceder a su cuidado al pobre niño que había nacido enfermo. Su madre tenía poco interés en hacerse cargo de él, cosa que aumento, cuando descubrieron que no podría caminar. Era por ese motivo, porque Charles era prácticamente un hijo para él, que podía reconocer cada uno de sus gestos y las inflexiones de su voz, como la palma de su mano. Sabía que estaba interesado en Lehnsherr, quizás, un poco más de lo que era sano para un muchacho ingenuo como él.

—No me agradan las cosas que quiere hacerte- respondió, tratando de avergonzar a Charles lo suficiente para que no continuara con él tema. Lo que pareció haber conseguido, cuando lo vio ruborizarse.

—Tengo 32 años, Logan- dijo con un tono amargo que provocó una punzada en su pecho. Cuando terminó de atar sus botas, Logan se incorporó y le miró a los ojos.

—Él tiene 43.

—Sabes a lo que me refiero.

—Es viejo... Viejo para ti- devolvió indignado, a pesar que sabía que a nadie le importaba que un alfa le llevase 11 años a un omega.

—Es muy guapo.

—Charles...- dio una advertencia y buscó su chaleco.

—Soy un omega soltero de 32 años... Sabes lo que eso significa.

—Eres más que eso... Eres más que un simple omega- respondió tozudo.

—Lo sé... Sin embargo, la educación que los omegas recibimos es así. Nos dicen que nos casaremos y que tendremos hijos... Y yo quiero más cosas y también quiero eso. También he soñado, como los demás, con el día en que un alfa llegue y me proponga matrimonio... Lo deseé con fuerzas cuando cada uno de mis amigos se casaba y yo me quedaba solo. Lo he deseado cada vez que he mirado desde afuera a los demás siendo felices con sus parejas.

—¡Patrañas, Charles! No son tan felices

—Y los años pasan y pasan y nadie me ha elegido, Logan... Nadie quiere al omega defectuoso.

—No digas esas cosas- respondió sintiendo que su corazón se oprimía por la angustia.

—El médico dijo que no podré tener hijos por mi condición...

—Ese viejo no sabe nada- se quejó aún conmovido.

—El señor Lehnsherr tiene dos hijos, de su matrimonio anterior... Ambos son mayores, lo sé. Pietro tiene 20 y Wanda 16 ... Sin embargo, aún puede que me perdone por no poder darle más.

Logan miró a Charles en silencio, debatiéndose entre su propia tristeza y desesperación. Haría lo que fuera por hacerlo feliz, hubiese dado sus piernas, incluso, si eso significase que el chico caminaría. Cualquier cosa, por él.

—Por favor, Logan...- suplicó, con sus enormes ojos anegados en lágrimas — Puede que esta sea mi única oportunidad... Puede que este hombre llegue a quererme... Por favor, déjame tener lo que creí que nunca tendría. Deja que él se acerque.

—No es justo, Charlie... No estas siendo justo contigo mismo. Te mereces lo mejor -suspiró apesadumbrado.

—Yo lo quiero, Logan... Cada vez que lo veo, sé que él es un buen hombre y lo quiero... Lo quiero para mí, lo quiero conmigo- declaró con fervor.

—Está bien... - concedió a duras cuestas —Dejaré que se aproxime, pero me mantendré cerca para entrever sus verdaderas intenciones. Hace una cosa, cualquier cosa, que no sea de mi agrado y lo mandaré al diablo. ¡Por Dios, Charles, si él te hace daño de alguna manera...!

—Lo sé, Logan... Muchas gracias- sonrió, con una de esas sonrisas sinceras que eran capaces de iluminar el día de cualquiera.

—Ahora deja que termine de vestirte de una vez por todas- gruñó buscando su abrigo.

Quizás, aunque le costara demasiado, debería soltar un poco la mano de Charles, para que pudiera volar más alto.

El arte del cortejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora