El abogado se le acercó, temeroso de que su trabajo se fuera al traste.
- Eric...- le dijo susurrándolo- tienes que calmarte chico...
La respiración de Eric cada vez era más agitada, estaba enfadado. Tenía la vista clavada en Antonio, ese infeliz por el cual seguramente lo enviarían a la prisión.
Resopló.
¡Si tan solo Álex hubiera seguido sus indicaciones!
Pero no, tenía que joderlo todo.
Antonio no sabía qué hacer. Si dijera que estaba asustado sería mentirse.... Porque no estaba asustado... Estaba CAGADO.
Sabía que su vida colgaba de un hilo, que si dejaban a Eric libre lo mataría ahora que sabe que lo vieron tirando el arma.
Sabía que su versión podría ser contradictoria: antes quería que soltaran a Eric y ahora lo única opción que le queda es rendirse. Le mataran igualmente.
Eric ya se lo había advertido "Hay más gente que trabaja conmigo, así que, aunque no hagas bien el trabajo y me manden a prisión.... Morirás igualmente".
Esas palabras no paraban de rebotar en su cabeza.
"Morirás igualmente"
Suspiró, tratando de no soltar las lágrimas que lleva retenidas durante este mes y poco, pero la situación era demasiado dolorosa.
La sala parecía sumida en un profundo silencio. Nadie sabía qué hacer. Todos miraban a Eric, que a su vez miraba a Antonio, y éste no sabía hacia dónde mirar.
- ¡Se acabó!- gritó Bruno de repente, levantándose- ¡Métanle a prisión de una jodida vez! ¿A qué están esperando?
Pol, que estaba a su lado, le hizo sentarse de nuevo, cogiéndolo del brazo. Pero éste se resistió.
- ¡¿A qué coño están esperando?!- dijo con la voz rota, ahora sí, sentándose rendido en el banco del centro de la sala.
Nadine suspiró, viendo cómo Bruno se pasaba las manos por el pelo, desesperado. Le dolía la muerte de Ignasi, de Rita, de Carlo, de Álex y de Anne... pero también le dolía el sufrimiento por el que estaba pasando toda la clase. ¡NO SE LO MERECÍAN!
Ari le puso la mano en el hombro, intentando transmitirle un poco de ánimo a Nadine, aunque eso era imposible.
Ninguno de ellos estaba con ánimos de animar a otros, ¡porque ni siquiera podían animarse a ellos mismos!
Ari explotó, no pudo aguantarse y se levantó de la banqueta y miró a todos los de su clase, para luego mirar al juez.
- ¡Esto no es justo!- dijo mirándolo fijamente- Todo esto....- dijo señalando a sus compañeros- todo este dolor, el agotamiento, el sufrimiento y el jodido miedo que este maldito infeliz nos está haciendo pasar... NO ES JUSTO.- desvió su mirada hacia Eric, que la observaba impasible.- ¡Mira todo lo que has causado! ¿Es esto lo que quería? ¿Te sientes mejor ahora que has asesinado a cinco compañeros nuestros?
Ari negó con la cabeza, a punto de llorar.
- ¿Dónde está tu humanidad?- dijo mientras le resbalaba una lágrima de impotencia- ¿DÓNDE?
- No tiene- dijo Pol mirando a Eric- No tienes humanidad, maldito malnacido.
- ¡SILENCIO!- soltó el juez.
- ¡No vamos a callar!- dijo Ariane, levantándose de la banqueta también.- ¿Usted no se da cuenta de que ha llegado demasiado lejos? ¡Ha causado demasiado daño! ¡HA MATADO A CINCO PERSONAS JODER!
- Chicos...- empezó a decir el inspector Pérez, intentando calmarlos.- relajaros, por favor...
- ¡Como que nos relajemos!- habló Gerard por primera vez- ¡¿Cómo puede tener la cara de decir que nos relajemos si tenemos enfrente al jodido asesino de nuestros amigos?!
- ¡SILENCIO!- volvió a repetir el juez, pero ninguno de ellos le hacía caso.
- ¡Quiero justicia para mi hijo!- dijo de repente la madre de Ignasi.
- ¡Una condena que equivalga a todo el daño irreparable que nos ha hecho!
- ¡Encerrad a ese imbécil!
Todos empezaron a decir la suya, y eso parecía de todo menos un juicio. Eric los miraba a todos con diversión, parecían todos unos inútiles. Se contuvo de reírse a la cara de todos, tan solo por el mero hecho de que quizás le aumenten la condena por solo eso. Y él ya tenía suficiente.
De repente, la puerta se abrió para gran sorpresa de la multitud, y todos giraron la cabeza para observar quién había entrado.
Todo el mundo se quedó paralizado, intentando asimilar lo que estaban viendo, menos el inspector y el juez, que ya sabían de quién se trataba.
- ¿¡ANNE!?- gritó Gal·la, sin podérselo creer. - ¡Estás viva!
Ari tragó saliva y Pilar suspiró aliviada.
Ariane y Anna se miraron.
- ¿Qué?- soltó Pol, incrédulo.
Pero Anne no miraba a sus compañeros, no los veía. Tenía la vista clavada en frente, mirando al muchacho causante de todo. Se acercó a él y en cuanto estuvo a unos centímetros de él, le dio una cachetada tan fuerte que resonó por toda la gran sala.
- ASESINO- dijo al borde de las lágrimas.
Instantes después, se desató el caos.
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EL IMPOSTOR
RandomUn asesinato. 25 sospechosos. En la clase de segundo de bachillerato nadie parece ser lo que es y es que, desde la muerte de Ignasi, todos desconfían hasta de sus propias sombras.