Hijos de la tierra

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A plenos 7 años de edad, Emma estaba en la etapa de querer comerse el mundo, literalmente, probando dulces, frutas y hasta un poco de tierra, sin esperar que en una de esas bocanadas se llevara a la boca un chapulín.

Del miedo salió huyendo, llorando por la sensación de las patitas saltarinas, y al contarlo en casa con su madre quedo más impactada, ya que los chapulines, a diferencia de la tierra, era algo que la gente usualmente si comía.

Incrédula paso su fin de semana pensando que era broma, hasta que acompaño a su madre al mercado y conoció la horrible realidad. Que los chapulines se atrapaban "Y se ponían a dormir", para que las personas que desearán se los pudieran botanear.

Llena de indignación por las pobres criaturitas, Emma tuvo una idea ejemplar, y de mesada en mesada ahorro para comprar cincuenta pesos de chapulines entre los puestos del mercado.

Más no sirvió de mucho, ya que ni con agua o con comida los animalitos despertaban, tomando la última decisión de devolverlos a la naturaleza.

En una noche, a escondidas, donde ella se comía la tierra; lanzó los chapulines por todo el pastizal.

Y al lanzarlos vio como del pasto salían varios otros huyendo, confundiéndolos con "los dormidos" que acababa de rescatar, entonces Emma quedo contenta de haberles traído a casa, contenta que los animalitos ya estaban en su hogar.


(Fotografía tomada por Mohamed Abdelghaffar y descargada desde Pexels)

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