(Despertador vibrando, 02:30am)
Nací en una muy bonita ciudad del 3er mundo, rodeado de mis compañeros de escuela quien años después se convertirían en compañeros de vida y realmente no por decisión propia.Es de mañana y como todos los días últimamente, es hora de correr, normalmente corro, a veces corro más que otros días e incluso a veces corro tanto que parece que he nacido para esto y aunque a mí mismo me cueste aceptarlo, no es así.
Tenía 14 cuando conocí al primer chico que me mostraría lo que significa respirar en el acantilado de este mundo, y no es que yo sea una rata, más bien es el nombre que decidí ponerle a esta red de pederastas.Un pederasta o quizás un adulto traumado son los conceptos más utilizados para describir a un adulto que abusa sexualmente de un niño, aunque quizás a esa edad ni siquiera yo me consideraba un niño.
Fui criado 8 años por un par de adultos con continuos problemas de autoestima, por no mencionar los económicos y físicos que ambos desarrollaban constantemente, con estrictas órdenes de crecer antes de tiempo para comenzar a aportar dinero a mi casa, pero después de mi último cumpleaños comencé a ver esta orden como una meta y no es que yo recibiera una señal del universo o eso espero, pero mi padre había muerto y los últimos razonamientos lógicos de mi madre se habían ido con él.Había recibido un mensaje de alguien fuera de mi lista de amigos en Facebook, con una meta tan fija y una ausencia de consejos reales, acepte conocer a lo que en su momento amenazaba con ser mi única salida, me adentré en un sueño del que ignoraba todo, con un lema de aventura y varias pastillas sobre mi pensamiento me dirigí al coche de un hombre de 26 años; estudiante de psicología infantil, trabajador de Uber y pederasta en curso, Cristian parecía mi única opción; aunque lo que vino después refutaría lo antes dicho.
Admito que los primeros días mis caprichos fueron órdenes para él y yo podía ser premiado con un novel, pero al pasar las semanas sus palabras ya no volatizaban mi estructura mental y poco a poco comencé a verlo como un simple tonto.
No podía quejarme!, pues en realidad Cris era todo lo que había pedido, quizás había sido mi culpa haberme tomado tan poco valor para pensar en el precio que tenía mi etiqueta, quizás hacía falta de amor propio, mismo que aumentó en mi, conforme Cris me lo entregaba, por un momento esto podría hacerme quedar como un villano, debido a que sus regalos estaban en mi closet y las palabras más hirientes habían salido de mi boca, pero debo mencionar que era una persona de 30 que se había enamorado hacía un mes de uno de 14.Cristian, un nombre que ahora no suelo recordar, era un chico de tez blanca, con un peinado perfecto. La primera vez que tuvimos sexo que también fue mi primera vez, fue inesperada, aunque no podría decir que había sido violado, se sentia aún peor que eso; bien dicen que nunca valoramos lo que tenemos, hasta que lo estás perdiendo, y esa noche pude comprender el mensaje real de los viejos discursos que algunos pastores me habían me habían dispuesto: "Tú cuerpo es un templo, no dejes que nadie lo perturbe...", pues fue entonces cuando creí haber encontrado el amor que yo tenía al único recipiente de mi alma, esa noche volví a casa con algo que ahora es una lección de vida.
Perdí un mes de mi tiempo, eso fue lo ultimo que le dije, mientras por sus mejillas llovían gotas de desamor, no recuerdo cómo llegué a mi casa pues justo antes de salir de su coche, inhalamos juntos cocaína, y mientras pasaban los minutos de reflexión por mi cabeza, llego un mensaje de lo que parecía ser una equivocación.
Belcebú fue directo y agresivo, una técnica de convencimiento desconocida para mí. Unas cervezas, una noche y dos hombres son suficientes para ver el infierno frente a ti.
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La legión.
Short StoryLas preferencias no son una enfermedad, pero estar enfermo si es una preferencia.