Capítulo 2

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Finales del semestre pasado

Leo llegó a su casa cansado, no estaba de muy buen humor, después de lo que le había pasado a sus cosas al chocar con el chico unos minutos antes.

La casa se sentía un poco oscura, imponente y algo intimidante, se parecía a esas casas en los ranchos, de dos pisos con techos de madera y pisos de barro con talavera, muebles rústicos y candelabros de metal y madera, con plantas en cada esquina. Uno creería que la familia de Leo era totalmente rica, pero la verdad es que toda la familia había ayudado a construirla, cada quien hacía 130 años, cada integrante había hecho algo en la casa en lo que se habían especializado, todo para que se notara el trabajo arduo y la gran potencia que ellos poseían. Era la principal familia del área, los principales cuidadores, necesitaban demostrar ese poder de algún modo.

Una gran parte de la familia de Leo vivía en ese gran terreno, algo así como del tamaño de 5 cuadras, y Leo vivía en una de las casas principales, rodeada de árboles y muchas plantas, pero a pesar de tanta vida en el exterior, en el interior se sentía algo tétrica, algo estaba pasando con el humor de uno de los integrantes de la casa, la madre de Leo.

Leo mientras se dirigía a su cuarto en el segundo piso, encontró a su mamá cerca de las escaleras hablando por teléfono. Las vibras negativas se podían sentir desprenderse de ella con cada paso que daba, incluso él dudaba si acercarse a ella o no, pero no tardó mucho porque ella hizo un signo de que la esperara en la sala.

La madre de Leo tenía la piel ligeramente apiñonada, su negro cabello caía en una gran trenza a un costado con un moño blanco al final. Poseía mucha elegancia en su postura y gestos, cualquiera se hubiera dado cuenta de su posición en la familia con tan solo verla.

- Gracias por esperarme – dijo ella mientras entraba a la sala con el teléfono ya apagado y se sentaba frente a su confundido hijo.

- ¿Qué sucede que te tiene tan... preocupada? - la mirada potente de su mamá se posó en él haciéndolo sentir que estaba en problemas.

- No logré convencerlos. - dijo después de 3 minutos de silencio.

- ¿De qué?

- Salieron los resultados de tus pruebas y al final decidieron que no tenías la capacidad mágica para liderar a la familia en este sector, ni en ningún otro.

- ¿Qué? - no podía creer lo que estaba escuchando – Pero... - Leo sentía una presión en el pecho semejante a una sandía atorada en sus pulmones. - Soy parte de esta familia, no pueden hacerlo.

- Pueden hacerlo, y sí, todavía se te necesita como representante. El caso es que – tuvo cuidado en escoger las palabras. - Sabes que esto va más allá de la herencia, nuestro trabajo es proteger a las personas en este sector, estar atentos a lo que necesita, lo que falta, son como nuestra familia y no podemos no cumplir con el rol que se nos encomendó y que decidimos aceptar. La gente confía en nosotros y es justo retribuirles dándoles esa confianza y seguridad de regreso. No nos podemos dar el lujo de perder este sector

- Lo sé – dijo con tristeza Leo. Todo por lo que se había esforzado había desaparecido de un momento a otro, más irreal no se podía. - ¿Qué harán entonces? ¿Qué haremos?

- Pues, ya que tu hermana queda descartada, me pidieron que encontrara a la siguiente persona que tomará mi puesto, su rol sería exactamente dar las correctas órdenes, así que no tiene que ser cualquier persona, sus habilidades tendrán que ser excepcionales. Ojalá siguiera yo joven para seguir en este puesto pero sabes que después de los 40 yo ya no puedo estar más. Mis habilidades de ahora en adelante disminuirán más y más.

La mamá de Leo observó con cariño a su hijo y le dio un gran abrazo.

- Sé que a pesar de todo, te has esforzado, has hecho un gran trabajo tomando el lugar de tu hermana. Gracias por eso. Has hecho un grandioso trabajo - Ella acarició el rostro de su hijo que miraba para un lado aguantando las lágrimas. - Ahora viene lo más difícil, todavía te necesitan para enseñarle todo a quien siga después de mí, que le enseñes la etiqueta, las reglas, tradiciones y costumbres.

- ¿Qué? ¿Tengo que hacer eso? - Leo se rió por lo que sonaba una locura, él no era suficiente y ahora tenía que darle todo lo que había aprendido a esta persona desconocida. Todo sonaba una tontería. "Qué descarados" decía para sus adentros. Sólo les interesaba su reputación y el control, es cierto, él no podría hacer nada, no podría defender a nadie pero eso no significaba que era poco capaz, eso no significaba que lo desecharan como si fuera cualquier persona. Sus bisabuelos eran realmente muy crueles. - Perdón, tengo tarea que hacer. - dijo Leo sin levantar la mirada.

- Leo, sé fuerte – escuchó decir a su madre. No tenía que decirlo, tenía que hacerlo, apretar los dientes y aceptarlo, esto iba más allá de lo que él podría hacer u opinar, no se trataba de él, sino de su familia, y su familia ya había decidido.

Presente

Leo miró el cielo veraniego que en ese momento se encontraba despejado, ya casi sería otoño pero no podía creer que hiciera tanto calor todavía. No podía quitar esa escena de su cabeza.

- Te traje agua – dijo Lui un poco cansado mientras se sentaba junto a Leo en la banca frente a las canchas.

- Gracias

- Has jugado, bastante bien – dijo sin mucho convencimiento pero con una sonrisa en el rostro.

- Sólo perseguía al balón – dijo Leo con seriedad y la botella en sus labios.

- Aún así, a veces se necesita a alguien que corra – dijo incómodo Lui entre risas, no estaba motivándolo muy bien que digamos.

- Pero gracias – Lui lo miró asombrado – por haberme invitado

- Jugar te ayuda a sacar frustraciones. Es que te veías "ensombreado" – dijo cuando Leo lo miró sorprendido

- Sabes que así no se dice

- Una disculpa,, he olvidado la palabra, jajaja – Leo hizo un resoplido conteniendo la risa y poniendo los ojos en blanco.

- ¡Leo! - Una voz familiar sonó por detrás de ellos.

Leo volteó y vio a un chico alto de cabello corto y color café oscuro detrás de las rejas que separaban a la cancha de las otras secciones. Lui vio cómo se iluminaba el rostro de Leo mientras este se levantaba e iba al encuentro del chico.

No sabía que le sorprendía más, ver esa mirada en Leo, o el hecho de que conocieran al mismo chico.

- Parece que también conoce a Mauro – dijo uno de los amigos de Lui que se acercaba después de haber guardado el balón. - Qué mundo tan pequeño.



*A todos quienes están leyendo esta historia, muchas gracias. Como la escribo en mis tiempos libres tardo un poco más en subirla. 

Quiero saber algo 

¿Cómo creen que la historia se desarrolle? me gustaría leerles también ^^

Sin Magia, Sin sentidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora