Cae la noche sobre la ciudad
como el telón que cubre
de penumbra tu luz,
de sombras mis sueños,
de quizás tus te quieros.Sangro heridas
que no duelen, es la nada,
el vacuo sentimiento que precede
a tu llegada,
lo que me mantiene bajo el influjo
de un catártico letargo.Siento que ya eres cicatriz
y me permito el lujo nada asequible
de sonreír,
por ti, por mí, por todos los segundos
en los que tras cada te quiero
se ocultaba un me muero;
sonrío porque me atrevo
a vivir mi vida
en lugar de esperar a un tren
que no me quiere
como pasajero.